Capituló 17

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"Como El Ayer A Veces Llama A Nuestra Puerta"

...


A miles de kilómetros de distancia, en la calurosa noche de california, un joven se vestía en una oscura habitación. A su lado, en la cama descansaba desnuda una preciosa chica, algo mayor que él pero no lo suficiente.

Intentó no hacer ruido y vestirse lo más rápidamente posible, pero ya se sabe: “vísteme despacio que tengo prisa”.

Cuando se estaba poniendo las deportivas la chica abrió los ojos y extrañada miró cómo el chico terminaba de calzarse.

-¿Te vas?- le preguntó incorporándose.

Él se levantó de la silla y la miró sin dejar de vestirse.

-Sí- simplemente dijo eso.

-Lo he pasado muy bien- ella intentó llamar su atención levantándose y paseando desnuda delante de él.

Él pensó en lo absurdo de la situación, aquella chica, de… ¿Cuántos años podría tener? ¿25?... bueno, aquella chica de veintitantos años ante él, andando por el suelo de la habitación. Se paró un instante mirándola de arriba abajo y siguió vistiéndose.

-Podríamos quedar otro día, ¿Estarás en Santa Mónica todo el verano?- le preguntó sentándose de nuevo sobre la cama y acariciándose el cuello.

-No lo sé- era más sencillo así, ninguna explicación.

Ella hizo como que se enfadaba un poco con el joven y cruzó los brazos sobre el pecho, pero él no la miró.

-Yo me quedaré en el hotel hasta dentro de un par de semanas- seguía intentando que él mostrara algún interés por lo que ella decía como había hecho unas horas antes, pero parecía que la magia se había esfumado.

-Tengo que irme- se acercó a ella y sonrió un breve instante antes de besarla suavemente en los labios.

Cuando se incorporó la sonrisa había desaparecido.

-Llámame si quieres, tienes mi número- la chica hizo un último intento antes de que él saliera por la puerta.

Él chico bajó por el ascensor del hotel y después de pasar por el amplio recibidor salió a la calle, era tarde, pero le apetecía pasear, era lo que mejor le venía después de uno de esos polvos sin compromiso.

Caminó varios kilómetros por el paseo marítimo y acabó sentándose en un banco frente a la playa que se vislumbraba a unos metros.

Sonrió pensando en la noche anterior, en... ¿Manry? ¿O era Martha?...

Se pasó la mano por el pelo que se revolvió en su cabeza con rebeldía y al final decidió dejarlo como estaba. Se levantó para seguir caminando y solo había dado unos pasos cuando una voz le llamó, le llamó por su nombre, su verdadero nombre, no el que daba para entrar en las discotecas o para acercarse a las chicas.

-¿Harley?- el chico se giró para quedar frente a aquel que le había llamado sin poder creer lo que veían sus ojos.

Keitlyn.

Mi madre llegó pasada la media noche pero tenía que hablar con ella y por eso no me fui a dormir.

-Mamá- la llamé nada más entrar.

Ella me miró con los ojos cansados que tanto la caracterizaban

-Hablaremos mañana por la mañana que no tengo que trabajar, hoy se me ha complicado un poco el día- y tanto, era domingo.

-Pero te he esperado durante horas, me gustaría que habláramos ahora- la miré apoyada en la pared de las escaleras.

Ella asintió y pasó al salón dejando su bolso en una silla.

The Story Of Our LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora