Capítulo 5: Segunda Noche

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113 HORAS ANTES

Ángela tenía un recuerdo vago de alguien dándole un té y de llorar. Sobre todo, de llorar. También recordaba la mano de Alek pasando una y otra vez por su frente, acariciándola sin cansancio, hasta que ella logró conciliar el sueño. Si había algo por lo que le estaría eternamente agradecida a Alek, era que lo había intentado todo. Siempre lo intentó de la mejor manera, y eso no se borra con nada.

Los párpados le pesaban. Abrió los ojos lentamente; había caído la noche y el lugar estaba apenas iluminado por unas velas. Después de parpadear un par de veces pudo reconocer que estaba en su propia cabaña, acurrucada en la silla de tejer de su madre y envuelta en una frazada. Había varias personas alrededor de la mesa, hablando y haciendo gestos con las manos. Evidentemente, después de que ella se desvaneciera en la ejecución de Colum, la habían traído a su casa y habían comenzado con la reunión de la Alianza.

—He decidido no actuar —se alzó la voz de Tosya—. Al menos no todavía, no esta noche. ¿A quién uniría y por qué? Es muy peligroso. Si nuestro plan cambia en el futuro, no podremos cambiar esa unión. El poder de Cupido es irrevocable, no veo ventajas en él.

A Ángela le pareció que esas palabras eran más propias de Levka, que era el hermano que generalmente tenía la iniciativa. Tosya solía ser más tímido, y quizá actuaba influenciado por su hermano.

—Está bien, no hace falta que actuemos inmediatamente. Apenas es la Segunda Noche —terció Alek—. Es cierto que no tenemos información suficiente como para hacer un movimiento.

Ángela se levantó, aún envuelta en su manta, y se acercó a la mesa. Solo Alek y los gemelos estaban allí. Nadie pareció sorprenderse cuando se unió a la reunión. Tomó una de las sillas y dio un trago a la bebida de Alek.

—¿Alguien ha hablado con Black?

—Yo fui —respondió Lev—. No está bien, pero creo que se unirá a nosotros mañana. Por ahora, necesitamos poner en claro cualquier información o pista que tengamos. No podemos hacer nada estratégico si estamos a ciegas.

—Bueno, tampoco hay mucho que podamos hacer más que ponernos de acuerdo para nuestros votos del Juicio, ¿no? —Alek parecía frustrado—. La única carta especial con la que contamos es Cupido, y no vamos a usarla, así que, ¿qué nos queda?

Un sentimiento de presión atacó el pecho de Ángela. Era ella misma, con el corazón acelerado, debatiéndose entre hablar o mantener su secreto. Sabía que, de las cuatro cartas especiales, el Visionario era la más codiciada y la más peligrosa. Si esa información llegaba a los oídos equivocados, tendría los días contados. Teniendo la capacidad de revelar las cartas de la gente, ella era la presa por excelencia para los Lobos. Se frotó las manos frías y las escondió bajo la frazada.

—Con la poca información que tenemos, lo mejor que podemos hacer es pactar protegernos en los Juicios. No votar a ninguno de nosotros, y si es posible, ponernos de acuerdo y votar todos a la misma persona.

Al final, le pareció que revelar su personaje era demasiado peligroso. La única persona cuya carta ya conocía, era Logary. Hablaría con ella primero. Los demás debatieron otro rato, pero la reunión terminó pronto. Mientras los gemelos se despedían, Ángela notó la mirada fija de Lev sobre ella, como si quisiera decirle algo. Jugaba con una brújula en su mano, dándole vueltas y vueltas, golpeándola rítmicamente contra la mesa. Ambos salieron y sus voces de disiparon. En la sala solo quedaron ella y Alek, que parecía contento de poder pasar tiempo a solas después de un día tan largo.

—Ángel, vamos a la cama, ¿sí?

—Espera —lo interrumpió. La brújula seguía allí, olvidada en la mesa, pasando desapercibida—. Lev se dejó la brújula.

LUPUS I - A los Lobos les gusta jugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora