34 HORAS ANTES
Ángela paseó la mirada entre los pocos jugadores que quedaban. Incluso a través del viento blanco, pudo ver que todos estaban afectados de una manera distinta. Alek tenía problemas para atrapar el aire. Retrocedió dos pasos, asqueado ante la imagen, y se apoyó en un árbol cercano a recuperar el aliento, tapándose la boca con las manos. Un minuto después, había recuperado la compostura y estaba parado de nuevo junto a ella, aguantando los ojos vidriosos. Black lo vigilaba de cerca, pero esta vez, su rostro siempre impasible dejaba ver una creciente preocupación. Lisbeth era la única que parecía enojada. Mascullaba algo sobre traición y sobre haberse tragado muchas mentiras. Oksana había logrado ponerla de su lado con la facilidad con la que el viento desnuda los árboles, y ahora se sentía estúpida.
Lo que más le llamó la atención fueron los gemelos, que parecían haber intercambiado roles. Levka intentaba en vano esconder lo mucho que le temblaba el labio inferior. Quizá se había encariñado con Logary, quizá era otra cosa, pero algo no le sentaba bien. Se sorbió los mocos y descansó la cabeza en el hombro de su hermano. Tosya tenía las manos en los bolsillos, la expresión relajada, los ojos clavados en un punto lejano. No mostraba ninguna emoción, parecía tranquilo, pero no estaba realmente allí.
—¡A la Taberna! —Czar levantó la voz para hacerse oír sobre el viento—. Parece que la tormenta va a arreciar.
No sabía cómo sentirse. Otro Lobo había perecido, pero la Alianza perdió un miembro importante. La Bruja usó su último poder para matar a Oksana. ¿En qué momento supo que era un Lobo? Y, ¿por qué no dijo nada? La cabeza de Ángela bullía con preguntas como esas, todas sin respuesta.
Llegaron a la Taberna tiritando. Algunos tomaron asiento, pero los gemelos, Markov, e incluso el Juez, se quedaron parados. Czar se bajó la pesada capucha del abrigo, y se estaba preparando para hablar cuando Lisbeth se precipitó:
—Solo queda un Lobo. Y no pienso dejar que este —paseó la mirada exageradamente, buscando al culpable escondido a plena vista— me manipule como lo hicieron Laika y Oksana. La Lisbeth estúpida se acabó.
—Bueno, supongo que ya no hace falta mi introducción —susurró Czar.
—Ayer por la noche vi a alguien correr hacia el bosque con una capa gigante, como la que describió Markov ayer —continuó Lisbeth, como si nada—. Se bajó la capucha, tenía el pelo colorado.
Alek suspiró, cansado.
—Con esa descripción, tranquilamente podría ser Oksana.
—No, no. Tenía el pelo colorado, no rojo. Y era varón.
Todas las miradas cayeron sobre la única persona presente que cumplía con esas características. Incluso Levka miró a su hermano, incapaz de contener el impulso. Tosya abrió la boca, pero no dijo nada. Comenzó a golpearse la pierna con las yemas de los dedos, cada vez más rápido.
—No puede ser —Levka se aclaró la garganta—, mi hermano estuvo toda la noche conmigo. Hacemos nuestra vigilia juntos, nunca me dormí.
—Lo sabemos, Lev —terció Alek, tratando de calmarlo—. Confiamos en ustedes.
—Pues yo no.
Lisbeth levantó el tono. La ira en su mirada era casi tangible. Estaba decidida a lograr que el Juicio terminara como ella quería, ya no confiaba en nada más que en sus propios ojos.
—No tengo nada contra ti, Lisbeth —Alek la miró directamente, como si estuvieran solos en la habitación—. La verdad, ya no quiero que muera nadie, esto es una mierda. Pero, aunque suene horrible... tú eres a la que menos me cuesta dejar ir. Hablo de matar gente como si fuera algo de todos los días, por Dios. Estoy tan cansando.
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LUPUS I - A los Lobos les gusta jugar
FantasíaDe las tantas cosas que pueden causar que el mundo se desmorone, a Ángela le tocó la peor. Los Lobos están al acecho y no le queda mucho tiempo para decidir si será una simple víctima o si saldrá a darles caza. Mientras lucha por comprender la anti...