<Episodio 33>

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(Karina)

Abelia tenía que ser protegida. Pensé que la relación entre todas las hermanas mayores y los hermanos menores era así. Siempre pensé que era natural por mi hermana menor.

Pero cuando salí al mundo y me di cuenta, apareció una grieta en todo lo que creía sobre nuestra relación.

- Esta es mi vida.... Incluso en el pasado, era mi vida, pero no pude disfrutarla, ni hacer lo que me parecía, o gustaba, no hasta que me enteré de mi enfermedad y llegué aquí, antes, no me consideraba a mi misma una persona... - Dije dejando escapar un largo suspiro.

- Suéltalo todo. – Susurro Winston

- Si... - Contesté no muy convencida.

- Tus pensamientos, no tienen nada de extraño, también eres una persona, también puedes ser herida y sentir dolor. – Dijo Winston. – Siempre habrá alguien que nos clave una daga en el corazón con sus palabras. Y es difícil, es muy difícil estar cerca de personas que te lastiman. Lo has estado soportando por mucho tiempo. Te entiendo, debe haber sido muy difícil. – Me sorprendí al oír su voz, era tan tranquilizante. Mis ojos se llenaron de lagrimas al escuchar aquellas palabras, tan llenas de experiencia.

Winston extendió la mano y agarró las mías, sus palmas eran muy ásperas, llenas de callos, pero el calor que provenía de ellas, era mucho mas reconfortante que estar frente a una chimenea.

Al sentir las lágrimas, agaché la cabeza. Y seguí hablando, quería sacarlo todo de una vez

- Hubo un día en que mi hermano menor me quitó un monedero que atesoraba mucho. Estaba tan deprimida ese día que le dije a mi madre que quería dormir con ella solo por esa vez, luego dije que desearía no ser hermana mayor. – Conté. - Mi madre estaba tan enojada porque a sus ojos yo era demasiado inmadura, según ella porque me había comportado así con mi hermano, no era una hermana mayor digna. Ese día, por primera vez en mi vida, mi madre me golpeó. – Dije intentando calmarme a mí misma, pues, a veces, cuando cerraba los ojos, esos recuerdos me llegaban a la mente.

No importa cuánto pise ese recuerdo, ni cuanto hunda en las profundidades mis memorias, siempre se convertía en una pesadilla a altas horas de la noche.

(Flashback)

- ¡Cómo puedes ser tan inmadura siendo una hermana mayor! ¡Cómo puedes tener pensamientos tan terribles sobre tu hermana menor! ¡¡AÚN ERES LA HERMANA MAYOR!! ¿POR QUÉ ERES TAN TONTA? ¡DEBERÍAS ESTAR AGRADECIDA POR HABER NACIDO SALUDABLE Y MEJOR PARA AYUDAR A TU HERMANA MENOR! – Gritaba mi madre.

- Pero yo también tengo fiebre... - Respondí asustada.

- ¡¿VAS A SEGUIR JUGÁNDOME MALAS PASADAS?! ¡TE DIJE QUE NO MINTIERAS! – Volvió a gritar, pero yo realmente me sentía mal. – ¡KARINA, ESTAS VIVIENDO UNA VIDA MUY FELIZ EN COMPARACIÓN CON OTROS NIÑOS, QUE SON POBRES! ¡SI VUELVES A DECIR ESO, SERÁS ARROJADA A LOS BARRIOS MARGINALES! ¡¿ENTIENDES?!

- Si, madre. – Dije aún más asustada.

- Si es así, entonces ¿Qué deberías decir? – Me preguntó aún irritada.

- Lo siento madre. No volveré a decir eso.

Estaba tan aterrorizada, que incluso evite llorar para no enojar a mí madre, y allí ​​estaba yo, temblando y rogando perdón. En ese momento, no sabía dónde estaban los barrios marginales, ni qué es lo que eran, pero el hecho de que mis padres me desalojaran me asustaba.

Art disease - [La enfermedad del arte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora