Me llamo Kaia

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-Nunca te han dicho que es prohibió que las hermosas Ángeles están prohibidas aquí.—dijo el mientras se sentaba a mi lado y sonreía maliciosamente.

-Nunca te han dicho que no seas tan metido.—respondí ganándome una carcajada de respuesta.

-¿sabes el por qué de aquella regla?.—preguntó y lo mire un poco confundida.—dicen qué gracias a la belleza de las ángeles como tú cualquier demonio podría renunciar a ser demonio. Incluso puede pasar al revés también.

-eso es para débiles.—reí en respuesta.

-cuidado pequeña hermosura.—dijo el apartando los mechones de cabello que caigan en mi hombro.—nunca te enseñaron a nunca decir nunca.

Me levante de la enorme roca y comencé a acomodar mi ropa lista para volver a casa.

-¿tampoco nunca te enseñaron a despedirte?.

-adiós, Lucifer.—sonreí a medio lado y continué mi camino a casa.

En el camino mi mente volvió a ser un pequeño remolino, muchas imágenes venían a mi mente pero nunca era clara. Nunca me daba una respuesta y al minuto volvía a estar como siempre, vacía. No entendía porque razón me sentía tan vacía, no tenía ánimos de sonreír, no tenía ánimos de disfrutar y ni siquiera de ser yo. Pero lo peor de todo eso era, que no había un simple por que. Solo pasaba y ya.

-¿dónde andabas Kaia?.—preguntó Tessa mientras me veía entrar a la casa.

-solo daba una que otra vuelta.—respondí.

-Tú hermano está preocupado por ti.—dijo ella y yo asentí a duras penas.

-no he tenido tiempo de ir a verlo o bueno tampoco me dan siquiera un poco, Raguel y Miguel me mandan de un lado a otro haciendo mandados y cuando llego, estoy agotada.—reproche dejando salir un enorme suspiro.

-te entiendo mi niña.—dijo ella mientras se acercaba a acariciar mi cabello.—me recuerdas mucho a tú madre. Ella era así de hermosa, sencilla pero, ¿sabes que te falta?..—la mire curiosa.—la sonrisa. ¿Por qué ya no sonríes Kaia?.

-eso me pregunto yo también pero no encuentro una respuesta.

-!KAIA!.—gritó mi dolor de cabeza y yo solo giré los ojos.—oh, hola mamá.

-¿Que son esos gritos Tiara?.—ella sonrió avergonzada y después mi miro haciéndome señas para que la siguiera y yo asentí. Al seguirla me tomo con gran dureza de la mano y me jalo a una esquina.—¿estabas con lucifer?.

-si.—respondí.

-Raguel te ha estado buscando como un loco.—bufo.

-necesitaba un respiro.—suspire.—estoy cansada de hacer mandados tras mandados.

-yo se Kaia pero debes tener cuidado, todavía tus alas no se curan a la totalidad como para que vayas al mundo humano a tomar un respiro con tu hermano.

-lo se.—dije entristecida.—pero Raguel no me quiere ayudar a terminar de curarlas.

Sin razón alguna mis alas estaban agrietadas y por así decir sin casi plumas oh bueno ahora tiene un poco gracias a todo lo que he tenido que pasar para curarlas. A veces dolían demasiado pero nunca pueden terminar de ayudarme a curarla completamente porque hay que hacer mandados.

-aqui estás.—se asomo Miguel sacándome un susto.—¿dónde estabas pequeña traviesa?.

-solo caminaba.—respondí.

-¿te sientes mejor?.—preguntó un poco preocupado.

-estaría mejor si me ayudas con mis alas.—respondí medio bufando.

KAIA.[✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora