5.0 Día Cuatro

402 54 39
                                    

>3< Actualización >3<

.

.

***************

Kuroo apoyó el cuerpo sobre el volante del auto y lanzó un suspiro muy largo y melancólico. Kei no parecía tener mucho apetito esta mañana a pesar de que se había terminado todo lo que se encontraba sobre su plato, picaba, tomaba pequeños bocados y luego volvía a picar distraídamente. Todo el tiempo, como si hubiera algo que estaba molestándolo, tal vez algo en lo que no podía dejar de pensar ¿Alguien? No podría saberlo, quería preguntarle un poco más, quería saber, porque no le gustaba la sensación de distancia que nacía de la falta de diálogo.

De ser posible quería escucharlo todo de él, quería saberlo todo y mostrarle que estaba ahí, que era una persona en la que podría confiar siempre, sin embargo podía entender que no debería ser demasiado persistente, no ahora. Estaban por separarse y, siempre entendió que, además del acuerdo previo que nació hace diez años, debía haber una razón para que Kei hubiera decidido recordarlo después de diez años. Tal vez otra persona, alguien que había conocido sin que se diera cuenta...y que tal vez le había robado el corazón.

Y no debería ser muy cómodo hablar sobre eso con él ¿No?

Cerró los ojos, volvió a suspirar, sin embargo alguien golpeó suavemente el cristal de la ventana del auto antes de que pudiera emitir el lamento que estaba atorado en lo más profundo de su pecho. Miró con confusión, parpadeó y se irguió con una sonrisa llena de agrado al hombre cuya sonrisa gentil estaba saludándolo afuera.

Abrió la puerta del auto y salió rápidamente para tomar las bolsas que este parecía estar cargando — Papá ¿Por qué no dejas que el ama de llaves se encargue de este tipo de cosas?

— ¿Que voy a hacer en casa mientras tanto? — el hombre cuyo cabello ya parecía haberse vuelto mucho más blanco de lo que Kuroo creía recordar resopló y se negó a entregarle la última bolsa en sus manos — Esa mujer siempre me está diciendo que hacer, no voy a dejar que se salga con la suya todo el tiempo; no soy un vegetal — resopló, no iba a darle la bolsa ¿Verdad?

El moreno se resignó con una sonrisa muy alegre y siguió con su padre al interior de la residencia de su infancia. Le gustaba que tuviera tanta energía para quejarse, también que se estuviera llevando tan bien con el ama de llaves que había contratado para él, parecía que eran algo así como viejos conocidos, pero él nunca dijo mucho al respecto. Tenía curiosidad, aunque prefería que su padre tuviera su propio espacio y tiempo para que su espalda se recuperara.

— ¿Mis nietos están bien? — los dos dejaron las bolsas sobre la mesa, Kuroo miró al rededor y descubrió que el ama de llaves se encontraba en el jardín, cuidando de las flores y el huerto pequeño que su padre decidió cultivar por aburrimiento. Pensó que era una imagen bastante linda.

— Bien, todavía no parece que nos extrañen tanto...es lindo, pero se ha vuelto solitario desde que no están — tomó algunos condimentos y los guardó como cuidado dentro de la alacena, solía hacer lo mismo cuando aún vivía aquí. Su padre tomaría algunas cosas y se las entregaría para que pudiera guardarlas, fue muy agradable y nostálgico — Antes ni siquiera me había dado cuenta de que eran el centro de todo en casa.

— Los dos están creciendo, es bueno que aprendan a volverse más independientes; tarde o temprano también van a querer vivir sus propias vidas, sé que nada te prepara para dejarlos ir, pero es mejor que trates de ser consciente de esa realidad — él le dio un frasco de salsa de tomate — Al final, verlos cumplir sus sueños es muy satisfactorio...no importa lo que sea.

Diez DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora