«Eres un buen poli, papá. Te pones esa placa y llevas una pistola porque, si no, lo haría alguien que no debería. Cuando yo me puse esta máscara, sólo lo hice... porque me liberaba de responsabilidad. Pensé que era especial. Pero no lo soy, si lo fu...
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❝En este segundo, creo que ya nada me sorprendería.❞- George.
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¿ME LLAMARON TREPAMUROS?
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— Glissade.— la orden llego a los oídos de Gwen, partiendo del demi-plié se desliza una pierna a segunda en sincronía con sus compañeras, y en un pequeño salto se cambia de peso hacia ese pie volviendo al demi-plié. Todo se trata de trasladar el peso de una pierna a otra rápidamente.
Imaginas tu cuerpo está en posición de triángulo. Fue sencillo alzarse en las puntas de sus pies, y en sincronía con sus compañeras hacer el delicado movimiento, su cuerpo fluía con la música, como un corriente tranquila.
El ballet era una gran pasión para la Stacy, desde muy joven las piezas dulces de la música, el ritmo suave de cada movimiento, era un arte para ella, usar su cuerpo para lucir tan elegante, para ella fue un arte, y ella era la artista, su cuerpo el lienzo.
— Muy bien, clase. Eso es todo por hoy, descansen.— Gwen dejo salir un suspiro de alivio, quizás ahora su cuerpo no rugía por el ardor de sus músculos, gracias al desgaste, pero eso no indica que no se agote igualmente.
— Que clase, no entiendo como sigues respirando.— Mary Jane llego hasta Gwen, la rubia sonrío divertida a su compañera, de todas, Mary Jane siempre fue con las que mejores se llevo.
— Estoy agotada, pero no lo suficiente para suplicar a un dios que me salve.
Mary nego divertida, y sonrío a su amiga.
— Vale, te veo mañana, rubia.— Gwen se despidió, y con cuidado solo alzo su bolsa de deporte. Saco su gran sudadera negra, y sin preocuparse solo la paso por su pequeño cuerpo, la sudadera era gigante, porque era de su padre.
Cuando salió al exterior, noto lo mucho que la clase se había largado, ya la noche caía, y estaba lejos de casa, Gwen rebusco en su bolsa, y saco solo un billete de 5 dólares, y alguna monedas. No tenia suficiente para un taxi, y no tenia ganas de esperar a que fueran por ella.
Con una sonrisa, la rubia comenzó a caminar por la avenida, personas iban, y venían, pero no todas vestían leotardo blanco, y mallas de ballet, junto con su falda verde agua. La gran sudadera cubría su cuerpo del frío, y sus zapatillas que tuvo flojera de sacarse le quedaban bien.
Gwen se colocó sus auriculares, y camino distraída a casa, disfrutado de la música, y la ciudad al pasar. Por ello no se dio cuando una figura el triple de su tamaño, la comenzó a seguir luciendo como una sombra. Gwen giro en una esquina, y sintió a alguien tirar de su sudadera con fuerza. Su espalda choco contra la baldosa fría y rústica de un callejón maloliente.
