«Eres un buen poli, papá. Te pones esa placa y llevas una pistola porque, si no, lo haría alguien que no debería. Cuando yo me puse esta máscara, sólo lo hice... porque me liberaba de responsabilidad. Pensé que era especial. Pero no lo soy, si lo fu...
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❝El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.❞-Eleanor Roosevelt.
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SOLO UN DIA MAS EN LA VIDA DE GWEN STACY
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NUEVA YORK
ABRIL
2015.
— Respeto tu privacidad tocando la puerta, pero reafirmo mi autoridad como padre entrando de todos modos.
— Ahhhh mamá.—se quejo la rubia que se encontraba bajo las sabanas. Helen Stacy sonrío divertida.
Las cortinas se abrieron de golpe, haciendo sobresaltar y chillar aun bajo las mantas, al bulto en la cama, que era claramente su hija. Helen miro un poco confundida esa acción, no era común en Gwen no encontrarse ya lista, y despierta para iniciar su día.
—Vas a llegar tarde a clases, cariño.
La palabra 'tarde' resonó en los oídos de Gwen como un eco profundo, se reprodujo en sus sueños, y cavilaciones una y otra vez, antes de tirar las sábanas sobre su brillante cabellera rubia, que brillaba debido a la luz que entraba por la cortinas recién abiertas por su madre, y volver a cerrar los ojos debido a la luz. Su madre sonrío.
Su hija, era como su padre, ambos tenían un despertador biológico incorporado en sus ADN. Era extraño que sobre todo un día de escuela, no estuviera lista. Gwen era la persona más responsable, y puntual, al menos adolescente que te encontrarías.
—¿A qué hora te dormiste anoche?— Helen se dirigió a recoger el bote de ropa sucia.
Gwen bufo, sabiendo que ya no recuperaría su dulce sueño, simplemente se quitó las sábanas de encima y miró el sonriente rostro de su madre, que brillaba como el sol a su espalda. Gwen gimió, y se sentó en su cama, estremeciendo cuando sus pies, hicieron contacto con el suelo.
— Tarde— suspiro la niña, restregando sus ojos, no había dormido mucho, tenia un trabajo de español que terminar, y lo había olvidado.— Necesito una ducha con urgencia.
— Bien, debes darte prisa, o tu padre se irá. ¡Baja a desayunar!— ordenó y dio media vuelta dirigiéndose a la salida.
Gwen gimió, y se apresuro.
Al entrar en la cocina, Helen observo la espalda de su esposo, ya con su uniforme, y chaleco táctico listos, mientras leía su periódico, y tomaba su café.
— ¿Se quedo dormida?— su esposo miro a Helen con una sonrisa. Esta se acerco, sosteniendo en su cadera la cesta, y dejo un pequeño beso en los labios de su marido.
