«Eres un buen poli, papá. Te pones esa placa y llevas una pistola porque, si no, lo haría alguien que no debería. Cuando yo me puse esta máscara, sólo lo hice... porque me liberaba de responsabilidad. Pensé que era especial. Pero no lo soy, si lo fu...
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❝Mira... "Spider-man" aprecio lo que haces, y todo eso... pero... mejor mantente haciendo tu trabajo, y para ti, Nueva York es un lugar grande, donde quizás no sea tan fácil vernos, así que... has tu trabajo, y déjame hacer el mío, ¿quieres?❞―Gwen.
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NO OTRO TREPAMUROS
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Para los ciudadanos de Nueva York ya sé estaba haciendo común, y normal, ver a Ghost-Spider columpiarse por la ciudad en su extraña seda.
Pero no era normal, ver a alguien más, en otra pijama, y completamente diferente a la de la chica que se hacia llamar la Araña Fantasma, columpiándose, en un traje rojo, y azul.
Ese se hacia llamar Spider-man, y parecía que ahora la ciudad, no muy tranquila de Nueva York, tenia dos arañas que luchaban contra el crimen.
El tema de quien era ahora el nuevo trepamos de la ciudad resonaba en los noticieros, las redes sociales, y como no, los pasillos de Midtown High.
Desde la muerte de Helen Stacy, Gwen se había sentido mucho mas aislada del mundo que nunca, pero trataba de fingir sonrisas, y seguir con su vida "perfecta" en la escuela, mientras al llegar a casa sus lagrimas fluirían, y se derrumbaría, llorando el luto de su madre, y con culpa aun en su sistema.
Pero para la rubia, se hacia mas fácil fingir estar bien, para sus amigos, y todos, que mostrarse vulnerable; porque ella no quería mostrar la debilidad, o el dolor que acarreaba en su alma.
Así que trato de seguir con una vida seminormal.
Ser quizás una adolescente "normal" fue los más divicil del día de Gwen Stacy.
— ¡Gwen!— la rubia fue sacada de sus cavilaciones cuando Liz la sacudió por sus hombros. Esta parpadeo un par de veces desorientada, no recreaba a ver llegado por sí misma a la cafetería de Midtown. En su mesa habitual, sus amigos le miraban, parecían esperar algo de ella.
— ¿Perdón?— Liz sonrío divertida, y nego.
— ¿En que universo estabas?
Las mejillas de la niña se tiñeron de un rosa bebé adorable, esta agacho su cabeza y jugueteo con uno de sus mechones rosas.
— Lo siento, me distraje.
— Sí, todos podemos ver eso.— Betty suspiro con algo de sarcasmo en su voz. Liz le dirigió una mala mirada, ya que la rubia se había colorado mucho más.
— ¿Decíamos qué si vendrás este fin de semana a la casa de Dylan?
Quizás las expresión de plena confusión se noto en su rostro mas de lo que pensaba, ya que sus amigos volvieron a burlarse.
