Un corazón que habita en dos almas

1 0 0
                                    

Hassel

No iba a ir tras el, por muy idiota que fuera sabia que aquel no era el momento.

Me quede con los chicos entrenando un rato, menos mal que tenia a Nery allí y me pudo dejar ropa de deporte de su taquilla.

-Pupi nosotros nos vamos, ¿Seguro que no quieres venir con nosotros?

-Tranquilo Dago estoy bien, además me quedare un rato más con el saco de boxeo.

-Como quieras, nos vemos mañana en la cena.

Ah si la cena, se me olvido comentaros que mañana hay una especie de gala para los miembros de la banda, obviamente yo no tenía pensado hacer nada mañana por la noche, pero tras averiguar toda la verdad, me aconsejaron que fuera la cena.

El gran dilema, no sabia que ponerme, estaba totalmente en blanco y además tenía que ir espectacular.

¿Por qué deberías ir espectacular? ;).

No tiene nada que ver con Edrick.

Yo no dije su nombre en ningún momento cariño.

Cállate.

Empecé a darle puñetazos al saco de boxeo, no entendía cuando la gente decía que eso relajaba, pero una vez ahí, sin parar de dar puñetazos me sentía mucho menos estresada, sin duda alguna, se había convertido en mi ejercicio de entreno favorito.

Me tiré unos quince minutos con el saco, cuando ya no pude más me acerqué al espejo para poder coger el agua.

-Sigues siendo igual de buena con el saco, tal y como lo recordaba- y sí, era Edrick

-Gracias supongo.- responde fríamente, porque aunque supiera toda la verdad no quitaba el hecho de como me trato aquella noche en la discoteca.

-Necesito hablar contigo- sabia lo que quería decirme pero no estaba preparada para ello.

-¿Hablar? ¿para qué? para que me vuelvas a tratar como una basura igual que el día de la discoteca, no gracias- cogí mis cosas y me dirigí al ascensor, pero me agarro del brazo antes de poder dar dos pasos.

-Hassel, se que no lo hice bien, pero no quería que todo esto te causará algún tipo de problema más del que te causa en su día.

-Entiendo lo que quieres decir, pero también sé que en ningún momento intentaste ponerte en mi lugar. No pensaste si yo quería volver o no

-Me he puesto en tu lugar muchas veces mas de las que te puedes imaginar y todas me llevaban al mismo escenario, tu en peligro.

-No soy una niña a la que debes de proteger a Edrick.

-¿Puedes al menos dejarme explicarte las cosas?

-Tienes dos minutos para convencerme.

-Me sobra uno- me guiño el ojo- pero confía en mi.

-¿Que confíe en..?- no pude acabar la frase porque me empezó a coger como un saco de patatas, sí un jodido saco de patatas.

Amor AtrozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora