Aristóteles

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... un hombre meticuloso que quiso poner orden en los conceptos de los seres humanos...

Mientras su madre dormía la siesta, Sofía se fue al Callejón. Había metido un terrón de azúcar en el sobre rosa y había escrito "Para Alberto" fuera.

No había llegado ninguna carta nueva, pero un par de minutos más tarde Sofía oyó que el perro se acercaba.

tarde Sofía oyó que el perro se acercaba. —¡Hermes! —llamó Sofía, y al instante el perro se metió de un salto en el Callejón, llevando un gran sobre amarillo en la boca—. ¡Buen perro!

Sofía puso un brazo alrededor de Hermes, que respiraba jadeante. Ella sacó el sobre rosa con el terrón de azúcar y se lo metió en la boca. Hermes salió del Callejón y se dirigió de nuevo al bosque. Sofía estaba un poco nerviosa cuando abrió el sobre. ¿Diría algo sobre la cabaña y la barca?

El sobre contenía las hojas de siempre, que iban unidas con un clip. Pero también había una notita suelta, en la que ponía:

¡Querida señorita detective! O señorita ladrona, para ser más exacto. El asunto ya ha sido denunciado a la policía. No, no es tan grave. No estoy tan enfadado. 

Si eres igual de curiosa para buscar respuestas a los enigmas de los filósofos, resulta muy prometedor. Lo malo es que ahora tendré que cambiarme de casa. Bueno, bueno, la culpa es mía, debería haber comprendido que tú eres de la clase de personas que quiere llegar al fondo de las cosas. 

Saludos, Alberto.

Sofía dio un suspiro de alivio. Entonces, ¿no estaba enfadado? ¿Pero por qué tenía que cambiarse de casa? Se llevó corriendo las grandes hojas a su cuarto. 

Era mejor estar en casa cuando su madre se despertara. Se acomodó en la cama y empezó a leer sobre Aristóteles.

El mundo de Sofía-Jostein GaarderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora