Tras haber aclarado su relación con la teoría de las Ideas de Platón, Aristóteles constata que la realidad está compuesta de una serie de cosas individuales que constituyen un conjunto de materia y forma. La «materia» es el material del que está hecha una cosa, y la «forma» son las cualidades específicas de la cosa.
Delante de ti aletea una gallina, Sofía. La «forma» de la gallina es precisamente aletear, y también cacarear y poner huevos. Así pues, la «forma» de la gallina son las propiedades específicas de la especie «gallina» o, dicho de otra manera, lo que hace la gallina.
Cuando la gallina muere, y con ello deja de cacarear, la «forma» de la gallina deja de existir. Lo único que queda es la «materia» de la gallina (¡qué triste, verdad, Sofía!), pero entonces, ya no es una gallina. Como ya he indicado, Aristóteles se interesaba por los cambios que tienen lugar en la naturaleza.
En la ("materia" siempre hay una posibilidad de conseguir una determinada «forma». Podemos decir que la «materia» se esfuerza por hacer realidad una posibilidad inherente. Cada cambio que tiene lugar en la naturaleza es, según Aristóteles, una transformación de la materia de posibilidad a realidad No te preocupes, Sofía, te lo explicaré. Intentaré hacerlo con una historia divertida.
Érase una vez un escultor que estaba agachado sobre un enorme bloque de granito. Todos los días daba martillazos y picaba la piedra enorme, y un día recibió la visita de un niño. «¿Qué estás buscando?», preguntó el niño. «Espera y verás», dijo el escultor. Al cabo de unos días el niño volvió. Para entonces el escultor había esculpido un hermoso caballo del bloque de granito.
El niño lo miró asombrado, y luego se volvió al escultor y dijo: «¿Cómo podías saber que el caballo estaba ahí dentro?». Pues eso, ¿cómo podía saberlo? De alguna manera el escultor había visto la «forma» del caballo en el bloque de granito.
Porque precisamente ese bloque de granito tenía una posibilidad inherente de transformarse en caballo. De esa manera, pensaba Aristóteles, todas las cosas de la naturaleza tienen una posibilidad inherente de realizar o concluir una determinada «forma».
Volvamos a la gallina y al huevo. Un huevo de gallina tiene una posibilidad inherente de convertirse en gallina, lo cual no significa que todos los huevos de gallina acaben convirtiéndose en gallinas, pues algunos acaban en la mesa del desayuno como huevo pasado por agua, tortilla o huevos revueltos, sin que la «forma» inherente del huevo llegue a hacerse realidad.
Pero también resulta evidente que el huevo de gallina no puede convertirse en un ganso. Esa posibilidad no está en el huevo de gallina. Así vemos que la "forma" de una cosa nos dice algo sobre la «posibilidad» de la cosa, así como sobre las limitaciones de la misma.
Al hablar Aristóteles de la "forma" y de la "materia" de las cosas, no se refería únicamente a los organismos vivos. De la misma manera que la «forma» de la gallina es aletear, poner huevos y cacarear, la «forma» de la piedra es caer al suelo.
Naturalmente, puedes levantar una piedra y tirarla muy alto al aire, pero no puedes tirarla hasta la luna porque la naturaleza de la piedra es caer al suelo. (En realidad debes tener cuidado al realizar este experimento, pues la piedra podría fácilmente llegar a vengarse, ya que busca el retorno más rápido posible a la tierra, ¡y pobre de aquel que le impida su camino!)
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El mundo de Sofía-Jostein Gaarder
Ngẫu nhiênLa obra trata de una pequeña de 14 años, que el 15 de junio cumplirá 15 años. Su vida cambia increíblemente cuando recibe la carta de un filósofo que le enseña cómo es el mundo desde la filosofía.