Una experiencia mística significa que uno experimenta una unidad con Dios ocon «el alma universal». En muchas religiones se subraya la existencia de unwww.inicia.es/de/diego_reina114abismo entre Dios y la obra de la creación.
No obstante, para los místicos noexiste este abismo. Él o ella ha tenido la experiencia de haber sido absorbido porDios, o de haberse «fundido» con Él.La idea es que lo que habitualmente llamamos «yo» no es nuestro verdaderoyo. Durante brevísimos momentos podemos llegar a sentirnos fundidos con un yomayor, por algunos místicos llamado «Dios», por otros «alma universal»,«naturaleza universal» o «universo».
En el momento de la fusión, el místico tienela sensación de «perderse a sí mismo», de desaparecer en Dios o desapareceren Dios de la misma manera que una gota de agua «se pierde en sí misma»cuando se mezcla con el mar. Un místico hindú lo expresó de esta manera:«Cuando yo fui, Dios no fue. Cuando Dios es, yo ya no soy».
El místico cristianoSilesius (1624-1677) lo expresó así: «En mar se convierte cada gota cuando llegaal mar, y así el alma se convierte en Dios cuando hasta Dios sube». Pensarás queno puede ser muy agradable «perderse a sí mismo»; entiendo lo que quieres decir.Pero lo que pasa es que lo que pierdes es muchísimo menos que lo que ganas.
Te pierdes a ti mismo en la forma que tienes en ese momento, pero al mismotiempo comprendes que en realidad eres algo mucho más grande. Tú eres todoel universo; tú eres el alma universal, querida Sofía. Tú eres Dios. Si tienes quesoltar a Sofía Amundsen, puedes consolarte con que ese «yo cotidiano» es algoque de todos modos perderás un día.
Tu verdadero yo, que sólo llegarás a conocersi consigues perderte a ti misma, es según los místicos una especie de fuegomaravilloso que arde eternamente.Una experiencia mística no llega siempre por su cuenta. A veces el místicotiene que recorrer «el camino de la purificación y de la iluminación» al encuentrocon Dios. Este camino consiste en una vida sencilla y diversas técnicas demeditación. De repente el místico ha alcanzado la meta, y él o ella exclama: «SoyDios» o «Soy Tú».En todas las grandes religiones encontramos corrientes místicas. Y lasdescripciones que da el místico de la experiencia mística presentan unsorprendente parecido a través de las distintas culturas.
La herencia cultural delmístico no se percibe hasta que da una interpretación religiosa o filosófica de suexperiencia mística.En el misticismo occidental, es decir dentro del judaísmo, cristianismo e islam,el místico subraya que el Dios con el que se encuentra es un Dios personal.
Aunque Dios está presente en la naturaleza y en el alma del ser humano, almismo tiempo está también muy por encima del mundo. En el misticismo oriental,es decir dentro del hinduismo, budismo y religión china, es más habitual subrayarel encuentro entre el místico y Dios, o «alma universal», como una fusión total).«Yo soy el alma universal», diría este místico, o «yo soy Dios».
Porque Dios nosolamente está presente en el mundo, es que no está en ninguna otra parte.Particularmente en la India ha habido fuertes corrientes místicas desde muchoantes de los tiempos de Platón. Una persona que ha contribuido a traer las ideas del hinduismo a Occidente, el swami Vivekananda, dijo en una ocasión:
De la misma manera que en determinadas religiones se dice que una personaque no cree en un Dios personal fuera de sí mismo es un ateo, nosotros decimosque una persona que no cree en sí mismo, es un ateo. Nosotros llamamosateísmo a no creer en la gloria del alma de uno mismo.
Una experiencia mística también puede tener importancia para la ética. Unpresidente de la India, Radakrishnan, dijo en una ocasión: «Debes amar a tuprójimo como a ti mismo, porque tú eres tu prójimo. Es una ilusión hacerte creerque tu prójimo es algo diferente a ti mismo».También personas modernas que no pertenecen a ninguna religión relatanexperiencias místicas.
Han tenido de repente lo que llaman «conciencia cósmica»o «sensación oceánica». Han tenido la sensación de haber sido arrancados deltiempo y han visto el mundo «bajo el prisma de la eternidad».Sofía se incorporó en la cama. Tuvo que tocarse para ver si tenía un cuerpo...Conforme iba leyendo sobre Plotino y los místicos había tenido la sensación deempezar a flotar por la habitación, salir por la ventana, flotando muy alto por encima dela ciudad.
Había visto a toda la gente abajo en la plaza, pero había seguido volando porencima del planeta en el que vivía, por encima del Mar del Norte y Europa, bajando porel Sahara y atravesando las llanuras de África.
Todo el gran planeta se había vuelto una sola persona viva, y era como si estapersona fuera la misma Sofía. Yo soy el mundo, pensó. Todo ese gran universo que ellaa menudo había sentido como algo inescrutable y aterrador, era su propio yo. El universotambién era grande y majestuoso, pero ahora era ella quien era así de grande.Esa extraña sensación desapareció bastante pronto, pero Sofía estaba segura de queno la olvidaría nunca.
Era como si algo dentro de ella hubiese salido saltando por su frentemezclándose con todo lo demás, de la misma manera que una gota de colorante podía darcolor a una jarra entera de agua.Cuando todo hubo acabado, fue como despertar con dolor de cabeza después de unmaravilloso sueño.
Sofía comprobó con un poco de desilusión que tenía un cuerpo queintentaba levantarse de la cama. Le dolía la espalda de estar tumbada boca abajo leyendolas hojas de Alberto Knox. Pero había tenido una experiencia que no olvidaría nunca.Finalmente logró poner los pies en el suelo. Perforó las hojas y las archivó en lacarpeta junto con las demás lecciones.
A continuación salió al jardín.Los pájaros trinaban como si el mundo acabara de ser creado. Los abedules detrás delas viejas conejeras tenían un color verde tan intenso que daba la sensación de que elcreador aun no había mezclado del todo el color.¿Podía ella creer realmente que todo era un solo yo divino? ¿Podía ella pensar quewww.inicia.es/de/diego_reina116llevaba consigo un alma que era una «chispa de la hoguera»? Si fuera así, ella misma eraun ser divino.
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El mundo de Sofía-Jostein Gaarder
RandomLa obra trata de una pequeña de 14 años, que el 15 de junio cumplirá 15 años. Su vida cambia increíblemente cuando recibe la carta de un filósofo que le enseña cómo es el mundo desde la filosofía.