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- ¿Por qué no me llamaste? – La voz era de total reproche, había extrañado tanto al pelirrosa. Yuuji había ido a recoger a su esposo; Megumi estuvo atento todo ese tiempo para ver si podía hablar con él. Y así fue, en cuanto lo vio corrió a hablarle, sin darle tiempo a esconderse o huir.

Itadori le platicó todo lo ocurrido ese día del asalto, cómo es que Satoru lo dejó abandonado por Suguru y que ese fue el motivo por el cual decidió dejarlo, dejar todo atrás, tratar de sanar su corazón roto y lastimado, comenzar de nuevo. Le dijo lo difícil que fue ese comienzo, sobre la propuesta de Nobara, su amiga que había conocido en la Universidad, quién se había convertido en su incondicional y en un enorme apoyo para superar el abandono que sufrió. Ella sabía todo acerca de Gojou.



- ¡Hola Yuuji! ¿Qué pasa? – Nobara estaba en casa, tratando de descansar, había tenido unos días difíciles y más porque su enfermedad no mejoraba demasiado.

- Disculpa que te moleste, necesito que vengas por mi – no quiso dar detalles de lo que estaba pasando, ni siquiera terminaba de procesarlo, las imágenes de Gojou corriendo a los brazos de Getou pasaban una y otra vez por su cabeza, haciéndolo sentir tan miserable y poca cosa, haciéndolo sentir que esos tres años que habían estado juntos no valían, ese dolor profundo que estaba tan dentro de él lo carcomía, no había pasado ni un día y ya sentía que se perdía ¿Cómo iba a sobrevivir sin estar al lado del albino?.

- Claro, dame la dirección - la castaña soltó un grito al escuchar la ubicación de su amigo - ¿Cómo que el Hospital? ¿Yuuji que pasó? – bufaba enojada, no se suponía que le llamara a ella, si había sufrido algún accidente lo correcto era llamar al imbécil de Satoru, pero ella ya sabía de las infelicidades del albino, así que seguramente era su culpa. No recibió respuesta de Itadori, así que suspiró derrotada, dejando para después esa pequeña plática.

Manejó lo más rápido que pudo. Al llegar al Hospital la imagen que vio le partió el corazón, ni siquiera era ella la engañada y dolía tanto ver a un Yuuji lleno de heridas, eso no era tan fatal, verlo hundido en la tristeza y miseria, con la mirada ida, y temblando, era algo que no podía soportar, el pelirrosa la miró, no necesitó hablar para que ella supiera que con desesperación pedía ayuda, corrió a abrazarlo, por el momento era lo único que podía hacer.

- ¿Yuuji? – necesitaba saber que había pasado, por que su pareja no se encontraba ahí, que lo tenía en ese estado.

- ¿Me puedes llevar a mi casa? – con voz apenas audible preguntó, no podía pensar en nada la sola idea de llegar a ese lugar y encontrarlo vacío lo lastimaba. Hubiera preferido que Satoru le gritara que ya no lo amaba, que tenía un amante, todos los escenarios que pasaban por su mente eran mejor a ser abandonado y enterarse de esa manera sobre la relación de su novio con el pelinegro. Soltó una risa de ironía, ver correr al albino preocupado por Getou y recordar su reacción fue lo más patético, verse ignorado y ser lastimado física y emocionalmente por él dolió de los mil demonios, no se merecía algo así. Estaba roto y dudaba que en algún punto de su vida eso pudiera mejorar.

Nobara asintió, no quiso hondar en el asunto, lo mejor era dejarlo para después, no quería causarle a su amigo una crisis, primero irían a su casa y después trataría de averiguar qué había pasado.

Itadori no perdió tiempo subió a su recamara y tomó su ropa, zapatos, tenis, todo lo que le pertenecía, miró el buró que se encontraba a un costado de su cama, con melancolía observó la fotografía, en ella Satoru lo abrazaba por detrás, posando su mentón en el hombro del menor, quién sonreía y sus ojos tenían un enorme brillo al saberse en ese entonces amado por el albino. No se llevaría ninguna fotografía, nada que pudiera recordarle al maldito mentiroso y esa fallida relación en la que vivió engañado, esa que en los últimos meses lo había atormentado y lastimado, una en la que el albino le juraba serle fiel, pero llegaba en la madrugada y evitaba estar cerca de él. Dejó su celular y sortija en el sofá de la sala, ya no los necesitaba, no quería escuchar esa melodía que le alertaría que Gojou le llamaba o enviaba mensajes tratando de mentirle una vez más.

Can we try it again?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora