Capítulo 1: Un mal inicio

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Tres semanas, tres malditas semanas llevaba en aquel lugar sin saber qué hacer. No podía huir, por más que trataba de hacerlo alguien aparecía y se lo impedía, el maldito lugar estaba repleto de cámaras y parecía no tener puntos ciegos.

Que decepción, al parecer no podría huir fácilmente del lugar. Se había negado a hablar con él desde ese entonces, era bastante serio y parecía valerle un puto rábano lo que le sucediera. Desde ese día no lo había visto allí, o bueno, no había entablado conversación con él desde entonces.

"Este lugar es una hermosa cárcel en la cual lo tengo todo, pero no quiero nada" Sus pensamientos eran esos desde el tercer amanecer allí.

Era cierto, él nunca la obligó a nada pero tampoco la deja huir de ahí. ¿Qué pretende hacer con ella?

Es alguien tan raro, solitario, casi nunca lo ve ahí, pareciera que en esa casa solo vivía ella y la familia que trabaja ahí. Es extremadamente silencioso al caminar. Muy extraño a su parecer aunque demaciado atractivo y no podía negarlo.

Le guardaba cierto rencor desde esa primera y última charla que tuvieron cuando ella llegó allí:

— ¿Quién es y por qué estoy aquí? — La curiosidad le ganó y decidió hacer las preguntas que tanto deseaba que fueran respondidas por el momento

— Mi nombre es Giyū Tomioka y eres de mi propiedad.

Pero la curiosidad mató al gato.

Al escuchar esas simples palabras salir de sus delgados labios dichas de una forma tan despreocupada y a la vez descarada fue como si su mundo se le hubiera venido abajo en un parpadeo.

Lo había dicho como si ella fuera un simple objeto, ¿qué pretendía hacer con ella? No le temía pero definitivamente calmada es lo último que estaría en ese momento luego de oírlo.

¿Cuáles son las estadísticas de que esto le suceda a alguien? Pues son nulas pero jamás llegan a cero.

— ¿Q-Qué? — En sus temblorosas palabras él azabache logró notar que ella estaba desconcertada por sus últimas palabras

Bueno después de todo, no todos los días te secuestran dentro de tu propia casa y al despertar te dicen que eres propiedad de alguien desconocido.

Al recordar aquello apretó los dientes hasta casi hacerlos rechinar, ¿quién diablos se creía ese idiota para decirle eso? Bueno, nisiquiera ella misma sabe quién es él en realidad.

— Señorita, la comida ya está servida. Puede salir para comerla — La moza le informó luego de haber tocado la puerta suavemente unas tres veces sacándola de sus pensamientos y recuerdos recurrentes

— En seguida voy — Sin pensarlo demasiado caminó hasta la puerta de entrada a su alcoba y la abrió para toparse con la suave expresión de la bella mujer azabache que la esperaba fuera para guiarla hacia el comedor

En el tiempo que llevaba allí logró memorizar los pasillos y las habitaciones del lugar, en efecto conocía el lugar hasta el jardín pero había un lugar que no conocía del todo. De las grandes escaleras de espiral en el centro de la mansión, que servía como conexión a todos los pisos del lugar. En total tenía cuatro pisos y era este último al que ella nunca logró subir hasta ahora. Al parecer en ese piso se encontraba la oficina y también la habitación del azabache de mirada azulada o jefe como le llamaban los trabajadores del lugar.

Ya una vez sentada en un extremo de la  mesa de la cocina se dispuso a comer lo que le habían servido.

Los primeros días que estuvo ahí, los empleados la miraban raro puesto que ella nunca solía comer en el comedor que es el lugar en donde comía el joven hombre o dueño de la casa.

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