Capítulo 8

127 14 73
                                    

Tuvieron que llegar separados para no levantar sospechas, no había amanecido todavía cuando Regina despertó y decidió marcharse antes de que Henry se diera cuenta de que ella pasó la noche fuera del departamento.

"buenos días, amiga", la niñera bajaba las escaleras en el mismo momento que ella hacía su entrada por la puerta.

"¿cómo se portaron mis niños?", ese fue su saludo.

"son unos angelitos, Henry me hizo leerle un cuento, ambos se quedaron profundamente dormidos antes de saber el final de la historia", esa no era una sorpresa para ella.

"no lo dudo", se intentaba quitar el saco del traje de David quien insistió en que ella se lo llevara para cubrirse de la frialdad de la mañana.

"te preguntaría cómo fue en la fiesta, pero esos ojos me lo dicen todo", Ela fue su compañera de la prepa y desde entonces su amistad había perdurado intacta como el primer día, eso siginificaba que la conocía perfectamednte.

"¿tanto se me nota?", preguntó ingenuamente, porque ella misma lo percibía en su forma de ver la vida, David había revolucionado todo.

"solo te diré, que nunca Robin te hizo sonreír de esa manera", su convicción le dio más miedo del que ya tenía, "no te preocupes, conmigo el secreto está seguro", por mucho que intentó mantener su relación a escondidas, no podía ocultar su felicidad, "debo marcharme", su amiga permanecía frente a ella sin mencionar palabra.

"te invito a desayunar", hacía mucho tiempo que no compartían, esta era la ocasión.

"pero me dejas cocinar a mí", impuso su condición.

"me cambio y bajo", no se opuso a la propuesta, se fue a su habitación, le dio mucha nostalgia quitarse aquel vestido con el que tan feliz había sido la noche anterior, pero eso quedaría para siempre en su memoria, seleccionó un pulóver ancho y largo, unas sandalias cómodas, se hizo una cola de caballo y como creyó que nada le faltaba se dispuso a bajar para el desayuno, su celular vibrando detuvo su paso.

Llamada telefónica:

"buenos días mi amor", escuchó su voz y una amplia sonrisa iluminó su rostro.

"buenos días", trató de disimular la emoción que le daba estar hablando con él.

"quería decirte que debo viajar por cuestiones de negocios durante tres días", le parecía que estaba solicitando su permiso.

"¿tres días?", preguntó en un lamento, su tono de voz cambió inevitablemente.

"¿si quieres no voy?", imposible pedirle algo así.

"no...yo...", su coherencia se nubló, estar sin verlo tres días le parecía una eternidad a la cual no tenía ni idea cómo sobreviviría sin él, se aclaró la garganta e intentó darle un argumento convincente, "los negocios son así", ella tenía personas que viajaban en su lugar en su empresa, quizás él no podía decir lo mismo.

"no me he ido y ya te extraño", él estaba igual o peor que ella.

"¿a qué hora te marchas?", dedujo con esa confesión que la partida era inmediata.

"en dos horas", los ojos se le cristalizaron, la voz se le ahogó por el llanto que amenazaba con salir, otra vez se quedaba sola, "¿Regina, estás ahí?", pensaba que la comunicación se había cortado.

"sí", no respondía pues se quería grabar el sonido de su voz en la mente para conservarlo intacto, por si acaso le ocurría igual que siempre.

"casi no tengo tiempo para despedirme de ti", al llegar a la casa ya lo estaban llamando de la fábrica, debía viajar a Perú de última hora, "contaré hasta los milisegundos para verte de nuevo", le sacó una sonrisa.

Sorpresas de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora