Capítulo 10

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De verla allí acostada, sus ojos se hicieron agua, pero se tuvo que armar de valor porque lo miraba tan esperanzada de que hubiese llegado que hasta le dedicó una tierna sonrisa, parecía estarlo esperando.

"David, al fin estás aquí", le extendió una mano para invitarlo a sentarse a su lado, él no lo pensó dos veces, se apresuró a llegar a la cama, cumplir con sus deseos e inclinarse para abrazarla, besarla y poner una mano encima de su corazón para convencerse de que no era una ilusión óptica que estuviera sana y salva.

"mi amor, mi amor, me tenías tan preocupado", susurró con su voz a punto de quebrarse por el llanto.

"ahora estoy bien", aseguró al escucharlo en ese estado de angustia.

"¿puedes contarme lo que ocurrió?", se separó de ella para mirarla fijamente y que no tuviera la oportunidad de omitir detalle alguno, solo que no contó con el exceso de sinceridad con que esos ojos tan expresivos lo mirarían, "¡NO!", se levantó con la furia a flor de piel, dio un golpe en la pared a puño cerrado para liberar un poco el estrés de la situación, "¡maldito, es un maldito, me conocerá!", pasaba las manos por su cabello con desesperación, mientras caminaba de un lado al otro, a pasos agigantados.

"David", lo llamó persuasiva en su tono, tenía un suero puesto, no podía levantarse.

"lo quiero matar", estaba enceguecido, parecía que nada lo podía apaciguar.

"David", repitió la dosis de calma y ternura, entonces la miró, sus ojos azules estaban rojos de la impotencia que sentía, "no vale la pena", dijo en un desesperado intento de apagar su fuego, cerró los ojos y sintió un peso a su lado, señal de que regresó a la cama, además, lo sintió envolverla en sus fuertes brazos y apresarla en su pecho, "por favor, no quiero que cometas una locura", asintió con la frente pegada a su hombro.

"solo por ti, porque me dan ganas de verlo desangrarse frente a mí", todavía estaba muy enojado.

"si haces eso, perderás la oportunidad de ver nacer a tu hijo", entró Víctor de imprevisto, el abrazo se interrumpió con la llegada de unas enfermeras que cargaban un equipo que Regina conocía bien, pero él jamás en su vida había visto, era un equipo de ultrasonidos, "gracias muchachas", fue la señal para que se retiraran y los dejaran a solas.

"¿qué significa eso, Víctor?", David quería explicaciones, su amigo,  no le respondió, en su lugar, comenzó a instalar el equipo, lo prendió, comprobó que funcionara sin dificultades, tomó una silla la colocó a un lado de la cama, sacó de uno de los bolsillos de su bata blanca, un sobre, lo abrió, entonces, se decidió a dirigirles la palabra.

"estos exámenes te los practiqué cuando llegaste a la sala de urgencias", se dirigió a Regina.

"mejor me retiro para que conversen con mayor privacidad", se dispuso a dejar el cuarto, lo que escuchó antes de abrir la puerta, lo dejó paralizado.

"Regina tendrá un bebé", no se supo cómo, pero voló la pequeña distancia entre la salida y la cama, para envolver a la mujer que le daría un hijo, en sus brazos otra vez, ahora con un sentimiento diferente, el doctor observó el intercambio entre la pareja, con una sonrisa espléndidamente justificada, "es un sobreviviente, ante semejante pérdida de sangre que aún esté ahí, más vivo que nunca, es un verdadero milagro", él mismo tenía sus dudas, por eso, esperó a recibir los resultados de los exámenes.

"doctor, yo...", no podía creerlo, ella escuchó a su ginecólogo cuando le informó que no volvería a quedar emabarazada por el resto de su vida, "es imposible", terminó su intervención.

"supuse que dirías eso", acercó el equipo a la cama, "mi amigo”, señaló para el aparato a su lado, “nos dará la última prueba", tomó una botella plástica, transparente en sus manos, "como sospecho que tienes tres meses de embarazo, escucharemos el latir de su corazoncito por primera vez", la expresión de incredibilidad de los ojos de Regina, fue sustituida por una de pura añoranza y felicidad, David besó sus mejillas y su frente para sacarla del impacto de la noticia, "dejemos tu vientre descubierto", entre los dos apartaron la sábana, levantaron el vestido que le hicieron usar las enfermeras hasta debajo de sus pechos, ella se apresuró a cubrir sus piernas con la sábana, se sentía un poco apenada por estar casi sin ropa delante de ambos hombres, "el gel es bastante frío", asintió, ya tenía experiencia en ello, "hagamos silencio", esparció el frío y pegajoso gel en su vientre, ella apretó las manos de David con fuerza para evitar protestar por la impresión que le provocaba la sustancia, "ahí está", presionó el transductor en su abdomen el que dejó una clara imagen en el monitor del equipo.

Sorpresas de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora