Capítulo 27

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Capítulo 27

CAROLINA

Intento levantarme del asiento del avión antes que despegue, un tanto confundida de lo que estoy haciendo, necesitando a alguien que me diga que hacer, que me grite que mi orgullo vale más que nada en este mundo, aunque  mi orgullo ha  sido pisoteado tanto por Roberto que ya no existe, murió tras cada golpe que recibió, no obstante, una azafata me impide el regreso, indicándome que me abroche el cinturón de seguridad pues estamos por partir, y una angustia profunda se apodera de mi, sabiendo que estoy dejando a Roberto, y que talvez no haya vuelta atrás.

Él me ha herido las veces suficientes como para no querer estar a su lado, y hoy me ha dado la puñalada final, sin embargo, me desespera estar sin él, saber que no lo tendré en mi vida, y que le pertenecerá a otra mujer.

«¡Estoy volviéndome loca!»

Sin tener alternativa hago lo que la aeromoza me indica y emprendo el vuelo hacia mi destino.  Cierro los ojos creyendo que así mi mente descansará, sin embargo, sucede lo contrario, y mi cabeza empieza a urguetiar en todos los recovecos que existen en mi vida, los suficientes para darme cuenta que no tengo escapatoria a mi destino, que hasta tal vez, sea yo quien lo encamine hacia el abismo. 
Una lágrima traicionera sale por mi ojo derecho, recorriendo mi mejilla hasta llegar a la comisura de mi boca.  Rápidamente la limpio,  y no porqué tenga tristeza, al contrario, la ira es el aliciente para tranquilizarme, y pensar el como tener en la palma de mi
mano a mis hombres. 
Inicio un plan macabro en mi cabeza, y algo en me dice que, aunque es descabellado resultará, y alcanzaré la felicidad que mi doble vida  necesita. 

Sin darme cuenta los pasajeros empiezan a levantarse de sus asientos, haciéndome mirar por la ventana, fijándome que hemos llegado a la capital.  Miro todo a mi alrededor, y observo los rostros de las personas, como si ellos criticarán mi actuar.  Con la cabeza inclinada, camino con prisa por el pasillo del avión, intentando llegar a las escaleras para dejar de sentir la presión que tengo al creer que todos desaprueban el siguiente paso que daré.
Al llegar a mi departamento, deshago la valija para poner ropa limpia en ella, tomo las llaves de mi auto que están arriba de la mesita de noche, y me despido del que fue mi hogar junto a Roberto por tanto tiempo.  Con una sonrisa, más bien siniestra, arrastro la maleta para subir al ascensor y poder llegar al estacionamiento, dónde mi auto espera por mi. 
De camino al departamento de Santiago, visualizo mi futuro, pensando en que tengo seis meses para ganarme una vez más  su confianza, y recuperar el amor, que estoy segura, sigue albergando en su corazón.  Tomo aire, e indico mi llegada al conserje, para que dé aviso a Santiago que estoy en el lobby esperando a que autorice dejarme subir, no obstante, mi mala suerte no ha terminado aún, y me quedo parada  sin  entender en qué momento se me vino el balde de agua sucia arriba de la cabeza.

—¿No le dijo donde iba? —pregunto al conserje, como si fuera habitual que el propietario de un departamento avisara donde va.

—No señorita. Lo siento.

Aunque no me da noticias de Santiago, agradezco con la mirada y sigo mi camino hacia la salida, y así poder sentarme en el auto a pensar con claridad. 

Sabiendo que  Roberto estará viviendo en el norte por seis meses, decido sacar el celular para localizar a Santiago, pero unas cuantas llamadas perdidas de parte de Benjamín me provocan retorcijones de estómago, pues no es habitual que él me llame, y menos con tanta insistencia.

El teléfono cae en el piso del auto, sin poder creer en los mensajes de voz que guarda mi celular.

—¡Maldición! —grito a viva voz golpeando el volante.

Antes de regresar a la capital, vi a Benjamín, pero mi estado anímico y decadente fue más pesado, y no quise acercarme a él para seguir con mis planes, además, de estar segura que encontraría a Santiago en su departamento.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2023 ⏰

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