Capítulo 14

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CAPÍTULO 14

CAROLINA

Salgo del departamento de Santiago totalmente herida, con un dolor profundo que estoy segura opacará está noche.
Siempre he estado enamorada de Roberto, cegada ante los posibles sentimientos de los demás, sobre todo los de Santiago, siendo él un hombre con demasiados atributos como para estar ciega. Lo veía como un hombre guapo, que le gustaba su soltería, sin posibilidad alguna de un compromiso.  Se suponía que éramos polos opuestos, a él le gustaba su libertad y yo anhelaba un compromiso, una vida en familia. Él era inalcanzable, lo guarde en mi corazón como mi amigo, el único hombre que jamás podría dañarme, y ahí lo mantuve, a la distancia, con los ojos cerrados sin que nada me diera el alerta y me gritara: "Abre los ojos", el amor está frente a ti, la felicidad la tienes al alcance de tu mano" y, aquí estoy, sufriendo por él, confundida a tal extremo de querer que pase algo para romper mi compromiso con Roberto, pero con un miedo aterrador a quedarme sola.

«¿Qué hacer?»

Sin una respuesta a la interrogativa de mi vida, introduzco la llave en el cerrojo de la puerta de mi departamento, viendo a Roberto con el celular en la mano, sonriendo con coquetería al escuchar a la persona que está al otro lado de la línea.

«¿Empezaste a necesitar a otra mujer?»

Doy un portazo entrando del todo, y camino hacia mi cuarto con la mirada de asombro del que es mi prometido.

Dejo el bolso arriba de la cama y me encierro en el baño, deseando llorar de impotencia, pero desisto tomando grandes bocanadas de aire para reprimir este horrible sentimiento que me invade.
La navidad, mi fecha favorita del año, se está nublando con los acontecimientos del día, e intento pensar con positivismo, creyendo que soy invencible, que nada, ni nadie puede arruinar mi vida.
Pienso en esa chica, ella es diferente y, creo no es una posible rival. Su aspecto es lejos del gusto de Santiago, una mujer llena de piercing, cabello rapado, no sería capaz de seducir a Santiago, lo que me hace pensar que veo fantasmas donde no los hay, y es una simple compañera de trabajo, pero después vuelvo a pensar distinto ¿Por qué Santiago le compró un obsequio de navidad?, aunque también debo darme cuenta que es una simple caja, sin valor alguno, tal vez un obsequio que eligió al azar, por el compromiso de ser una compañera, y si mal no recuerdo, la sobrina de su jefe. Mi mente se dispersa y vuelvo al punto en que Santiago me dijo que no me daba cuenta de sus sentimientos hacia mí, y sonrío pensando en las grandes posibilidades que tengo con él, pero está Roberto de por medio y, a decir verdad, no deseo perder pan ni pedazo.

«¿Seré capaz de llevar una doble vida y así alcanzar la felicidad?»

Un toque en la puerta me saca del trance. Dejo de mirar mi imagen en el espejo y decido fingir una sonrisa para salir de mi escondite.

—Disculpa, venía indispuesta —miento, aunque, en cierta forma lo estaba.

—Pero, ¿estás bien?

—Lo estoy —respondo pasando por su lado.

—Bien —dice rascándose la cabeza.

—¿Qué sucede? —pregunto, sabiendo que algo pasa, no por algo lo conozco desde hace años.

—Se que está es tu fecha favorita del año y...

—¡Ve al punto por favor! —exclamo, tratando de no alterar la poca paz que logré reunir.

—En el bufete, organizaron una reunión extraordinaria...

—¡No me digas que es hoy! —comento sentándome en el borde de la cama.

—Lamento decir que así es.

Aprieto la mandíbula indignada, con la ira recorriendo mi cuerpo, no obstante, me hago la sumisa y me entrego a su mentira.

Abre los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora