Capítulo 8

314 60 46
                                    

Capítulo 8

LUCIA

Como se nos ha hecho costumbre con Santiago, vamos saliendo a media mañana a comer completos, aunque creo que será mi despedida de este exquisito ritual que tenemos, pues lamentablemente el tío Javier tiene razón, estoy más rellena, y lo que es peor, la gordura se me ha concentrado en la panza, lo que me asusta de sobre manera, porque sospecho que no son solo completos, y tal vez es hora de asumir una verdad que está vetada en mi mente.

El tiempo pasa volando, y ya falta una semana para navidad, y aun no sé con quién pasaré esta fecha; no tengo idea si Benja quiere estar en casa conmigo, por otro lado, si desea salir con su familia o con algún amigo por ahí, no lo culpo, pues su vida no tiene que ser la mía.

Después de un divertido día de trabajo, llego a casa agotada, y lo que es peor, muerta de hambre, y aunque sé que Benjamín tendrá la cena lista, no deseo comer por esta gordura que me aqueja. Me siento confundida y asustada, sin querer asumir lo que pasa por mi vida, además, de que arrastro a terceros en este caos que me invade y, a decir verdad, no quiero obligar a nadie a que se haga cargo de mí.

Abro la puerta, y lo primero que veo es a Benja. Él es tan apuesto que no dudo en sonreír al verlo.

—¿Cómo le fue en el trabajo a la señorita de la casa? —pregunta acercándose para ayudarme con el bolso donde traigo mi laptop.

—Gracias —digo besando sus mejillas—. Me ha ido muy bien, hasta creo que pronto tendré mi propia oficina.

—¡Super! —exclama orgulloso de mi—. Tengo la cena lista ¿tienes hambre?

—Si —digo lloriqueando.

—¿Qué pasa? —cuestiona.

—Es que estoy muy gorda...

—¡No digas bobadas! Estas hermosa.

—Eres un lindo... ¿Qué tienes para cenar? —digo rendida a la comida.

Después de llenarme como una vaca, ayudo a Benja a lavar los platos, y nos reímos mientras pongo espuma en su nariz, lo que me provoca besarle, pues creo que es un momento como de película, que solo nos falta mirarnos a la cara y sentir que puede haber algo entre nosotros. No digo que estoy enamorada, porque sería lo más absurdo que podría decir, ya que también me gusta Santiago.

Con Benja nos quedamos mirando a los ojos, y como no atina que es el momento propicio para pasar a la fase uno, no dudo en acércame más de lo normal y juntar mis labios con los suyos, dejándolo quieto como una  momia, provocándome ternura, pues creo que no tiene tanta experiencia. Para darle un empujón, tomo su rostro y abro mi boca, pero sigue quieto «¿Querrá otro empujoncito?», bajo mi mano y aprieto su paquete, hasta que reacciona con un salto...

—¡Buchile! —exclama, y me gustaría saber que significa.

—¿¡Qué!? —pregunto esperando una respuesta.

—Lo siento, yo... yo pensé que habías notado que soy gay.

«Trágame tierra»

—Si. Lo noté, solo quería ver la reacción de un gay frente a una persona hetero —miento, intentando salir de la incomodidad.

—Eres una perfecta mentirosa.

Me da un ataque de risa, sin poder evitar apretarme la barriga, y agradezco a Dios que, él se una a mi vergüenza, riendo conmigo por mi atrevimiento, que solo me llevó a pasar un leve chascarro. Seguimos ordenando la cocina, olvidando el episodio bochornoso, aunque no puedo dejar de mirarlo y preguntarme: "¿¡Por qué mierda es gay!? Es tan lindo, y no significa que un gay no lo sea, pero, para una persona hetero como yo, es un espécimen desperdiciado.

Abre los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora