Capítulo 15

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CAPÍTULO 15

LUCIA

Abro los compartimentos de la caja que me ha regalado Santiago, suspirando emocionada por haberse acordado de mí con este detalle tan especial. En el centro comercial comenté lo mucho que deseaba la caja para guardar mis aros y piercing, pero jamás creí que me sorprendería de esta manera.

Me siento en posición de indio al centro de la cama con todos mis aros, pulseras, collares y piercing, y empiezo a abrir los cajones de mi caja especial. Abro el primer compartimento, comenzando a guardar las pulseras, luego decido que, en la segunda gaveta guardaré mis aros, pero, en su interior hay un papel perfectamente doblado. Lo saco con urgencia, sonriendo como boba, y aunque no debería me hace mucha ilusión.

Aprendí que, por amor no se muere, y aunque crees que se te va el aire y ya no te queda oxígeno, estas respirando igual, pues es uno quién no deja pasar el aire. Gracias a esas palabras, ahora respiro...

Santiago.

Aprieto el papel contra mi pecho, sintiendo los latidos de mi corazón más fuertes que nunca, y comprendo que, algo está sucediendo dentro de mí..., tengo un soplo al corazón y debo tratarme con urgencia, pero con el doctor amor, porque otra cosa no es.

—Me enamoré —digo en voz baja, luego de un suspiro.

Sigo guardando mis cosas, recordando la noche de Navidad, sin duda la mejor de todas. Ya no cuenta la vez en que me regalaron mi consejo Pepito, ni tampoco el año en que fui feliz recibiendo a mi muñeca Sofía, está es la mejor navidad de todas, hasta el punto de hacerme olvidar que no estuve con mi familia.

Dejo la caja sobre mi mesita de noche, y me acuesto para poder descansar, sin embargo, no puedo dormir pensando en esta noche alucinante, y cierro los ojos recordando cuando Santiago me dio mi obsequio.

—Espero te guste... —digo entregando mi regalo, a lo que Santiago lo recibe contento.

—Ya te dije, todo lo que provenga de ti me gusta.

«Lo tengo loco»

—Veamos... —digo alzando las cejas.

Santiago rompe el envoltorio y me mira sorprendido, acercándose para besar mi mejilla.

—Gracias. Esta hermoso, creo que no te debiste molestar.

—Yo creo que si —respondo con una risita.

Santiago saca el reloj de pulsera de la caja y se lo pone de inmediato, lo que me hace feliz, porque, a pesar de que no es tan costoso, sé qué le ha gustado.

—Ahora es mi turno —dice, acercándose al auto—. Espero hacerte feliz...

Esperaba que sus palabras fueran las típicas de: Espero te guste.  No obstante, desea mi felicidad, y esa simple frase hace que él sea especial para mí.

—¡Qué nervios! — exclamo al ver un obsequio cuadrado, y su rostro diciéndome que, realmente me gustará.

Sin esperar más, rompo el envoltorio, quedando de piedra al ver lo que Santiago ha comprado para mí—. ¡Dios!

—Tu rostro me dice todo —comenta, y no lo pienso dos veces y me acerco para agradecer tan hermoso gesto.

—Me has calentado toda la noche —digo muy cerca de su rostro. Él ríe con mis palabras, y niega con la cabeza mientras me sigo acercando más—. Y, ahora me emocionas a tal punto que, pienso que eres maravilloso...

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