Mamá no habló. Por lo menos no enseguida. Me miró por un minuto que me pareció eterno. Se quedó paralizada, como si jamás hubiera esperado que le preguntara eso. Luego reaccionó. Parpadeó, sacudió su cabeza y esbozo una sonrisa tensa, forzada, con el fin de restarle peso a mis palabras.
—Ay, cariño, ¿cómo puedes pensar eso? —inquirió con un tono tan falso que me resultó irritante.
Intenté que no se notara mi enojo. Lo intenté, así que contuve mis ganas de apretar los puños y el bufido que pretendía escapar de mi boca. Me forcé a relajar mis hombros y soltar un suspiro tembloroso. Supuse que mamá interpretó ese temblor, esa emoción, como alivio y temor, cuando en realidad era rabia. Me estaba mintiendo en la cara. Lo estaba haciendo sin problema, sin siquiera dudarlo.
¡Ah! Tenía tantas ganas de gritarle, de exigirle que dejara de ser tan... tan... agh.
—Yo... —obligué a mis facciones a transmitir temor, pesadez.
—Todo va a estar bien, Luz, no te preocupes —susurró.
Por suerte no se atrevió a intentar acercarse, porque yo no habría podido contener mi rechazo si lo hubiera hecho.
—Hoy vino la policía, hace un rato —murmuró y sonrió de nuevo—. Dijeron que creen tener una pista, que pronto van a encontrar a Mika.
Mentira.
Mentira, mentira, mentira.
Mamá era una mentirosa.
No estaban ni cerca de encontrar a Mika.
La única que sabía algo de ella era yo. Y eso iba a permanecer así. Mamá, claramente, estaba ocultando algo. No podía confiar en ella, no porque estaba claro que sabía más, mucho más de lo que yo podía imaginarme, y aun así no hacía nada para ayudar a Mika, ayudarme a mí. No estaba haciendo nada para librarnos de la condena que parecía amenazarnos. No estaba haciendo nada para evitar que Jason, Carter, el maldito demonio, o como fuera que se llamara, nos asesinara.
—¿De verdad? —pregunté con una esperanza tan falsa, tan artificial, que un sentimiento amargo se asentó en la boca de mi estómago.
—En serio —respondió ella con el mismo tono.
Las náuseas me invadieron.
Mentirosa.
Mamá era una mentirosa.
Suspiré una vez más y sonreí de la misma manera que ella.
Me obligué a acercarme, lo hice, y la abracé. Mamá no dudó en responder el gesto. Luego nos separamos y volvía sonreír con esa supuesta alegría.
Tenía que salir de ese cuarto enseguida. No podía permanecer ni un minuto más frente a ella. Me alejé en dirección a la puerta y, antes de salir, la observé una vez más. No se veía ni mínimamente perturbada por haberme mentido. No. Ni un poco.
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La última tormenta
ParanormalTres años después de la muerte de Ada, el demonio regresó para acabar lo que había dejado inconcluso y Luz era la única dispuesta a enfrentarlo. *** Pasaron tres años desde que Ada, la prima de Mika y de Luz, murió, tres años desde que Ela casi fue...