Capítulo IV: La desaparición de Mika

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Habían pasado casi dos semanas desde que Norman había muerto

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Habían pasado casi dos semanas desde que Norman había muerto. Casi dos semanas. Y mamá aún confiaba ciegamente en Carter y en Mika. Yo no, evidentemente, pero por lo menos ya no me dejaba influenciar por las locuras de Ela. Estaba más que claro que mi prima había quedado demasiado traumatizada con Jason y que lo veía donde no estaba. Y la entendía, por supuesto que sí, lo que ella había vivido era horrible, pero... pero era una locura pensar que Jason era Carter. Una enorme y estúpida locura que no podía comprender cómo había siquiera pensado que podría ser real.

Suspiré.

Desde hacía casi dos semanas que no paraba de reprocharme mi estupidez. Y estaba tan cansada de mi consciencia. Lo único que medianamente me distraía eran las discusiones con Mika. Discusiones que ella provocaba, cabe aclarar. Por lo visto, a Carter le gustaba criticarme, algo que carecía de sentido, teniendo en cuenta que yo no le había hablado jamás. Pero así estaban las cosas, Carter decía algo sobre mí y Mika me atacaba por eso.

No la entendía, de verdad que no la entendía. Ni siquiera había pasado tanto tiempo desde que ella era quien me buscaba y me arrastraba a todos lados con ella. No, ni siquiera habían pasado dos meses. Y ahora parecía odiarme. ¿Por qué? Quién sabe. Pero me detestaba. Y yo ya estaba más que harta de eso. No le había hecho nada. No le había dicho nada. Ni siquiera la había delatado con mamá todas las veces que se escapó. Le di su espacio, le di privacidad. Y aun así... Mika me estaba volviendo loca.

Y mamá estaba enloqueciendo porque Mika aún no regresaba a la casa y ya eran pasadas las once de la noche. Yo había decidido no preocuparme por eso. Es más, aún ni siquiera tenía pensado comentarle a mamá que Mika se escapaba de noche. Le iba a dar a mi gemela, cuando por fin se dignara a llegar, una única oportunidad de defenderse y de explicarle a mamá por qué no había vuelto y por qué no había respondido las llamadas y mensajes que mamá, Ela y yo le dejamos.

Pero las horas siguieron pasando.

Y pasando.

Y ninguna de las tres se fue a dormir.

Y Mika no regresó.

Tampoco respondió los mensajes.

Nadie sabía nada de ella. Ni Carter, ni los padres de él, mucho menos la policía, que la estuvo buscando por todo el pueblo.

Pero yo no me alarmé, demasiado. No había nada de qué preocuparnos. Carter no era Jason, Jason no había vuelto. La temporada de tormentas no había comenzado, faltaban dos días para la primera.

Sin embargo, Mika no regresó esa noche, tampoco al día siguiente, ni al otro, ni al otro.

Mika no regresó.

Entonces cedí ante el pánico que ya se había apoderado del resto de mi familia.

Porque mi gemela estaba desaparecida.

Desaparecida.

Pero no muerta.

Muerta, no.

Aún.

La última tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora