Carter no dijo nada, no al ver cómo lo observaba. Inteligentemente, mantuvo su boca cerrada y su mirada se volvió contemplativa. Parecía incluso impaciente, como si estuviera esperando a que yo hiciera algo. Y eso casi aumentó mi sonrisa, casi, porque bien podía tratarse de otro de sus juegos. No me podía confiar, no podía siquiera permitirme creer que yo tenía el control. Por lo menos no si quería lograr algo.
No obstante, igual me permití confiar lo suficiente en esa vocecita para estar segura de que Carter no intentaría matarme, por lo menos no ahora. La vocecita me decía que él tenía que esperar, que si me mataba ahora el resultado sería mucho menos significativo que si aguardaba por lo menos un mes. No estaba segura de si eso era verdad, pero sí de que él no me asesinaría aún. Porque Carter mismo lo había dicho, no sería divertido. Aunque de todas maneras debía tener cuidado, porque a él no le importaría si era o no divertido si me consideraba una amenaza de la que debía deshacerse. Me tenía que controlar, tenía que mostrarme asustada, temerosa. Tenía que parecer que por fin había reaccionado y me había dado cuenta de la estupidez que estaba cometiendo al enfrentarlo.
Retrocedí un paso, convencida de que actuar como si hubiera cambiado de opinión fuera la mejor estrategia. Carter medio sonrió y yo me apenas contuve la mueca que intentó formarse en mis labios.
Maldito creído.
—¿Por qué...? —no terminé la frase, como si me hubiera costado siquiera pensar en la posibilidad de recibir una respuesta. La realidad era que no tenía ni la menor idea de qué podía preguntarle.
Pero eso no fue un impedimento, no cuando mi mente decidió traicionarme y atacarme con cientos de preguntas de las que en realidad no quería conocer la respuesta.
—¿Cómo la encontraste? A Mika —susurré. No quería saberlo, no quería escuchar lo que estaba segura de que me iba a decir.
Era muy consciente de lo estúpido que era preguntarle eso, más sabiendo que era completamente capaz de mentir. Jamás podría terminar de discernir si lo que Carter decía era verdad o no.
Él amplió su sonrisa, com ya era de esperarse, y se recargó nuevamente sobre el escritorio en un movimiento que intentaba ser despreocupado. Sin embargo, yo aún podía notar la rigidez en sus extremidades, lo mucho que le costaba mantener alzadas las comisuras de su boca.
—¿Cómo crees que lo hice? La respuesta es evidente, querida Luz —musitó.
Negué con mi cabeza y no pude evitar que mis ojos me picaran, una leve advertencia de que, si seguía con el tema, pronto se anegarían de lágrimas.
—Solo responde —gruñí por lo bajo y su sonrisa flaqueó por un milisegundo, tan efímero que a duras penas fui capaz de notarlo.
—Investigué la zona en la que dejaste tus mensajes, la vi y la seguí hasta que se desató la tormenta por la noche —soltó con tono plano. Era imposible saber si era verdad o mentira, ni siquiera su postura lo delataba.
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La última tormenta
ParanormalTres años después de la muerte de Ada, el demonio regresó para acabar lo que había dejado inconcluso y Luz era la única dispuesta a enfrentarlo. *** Pasaron tres años desde que Ada, la prima de Mika y de Luz, murió, tres años desde que Ela casi fue...