Capítulo 3: La primera mañana contigo

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Siempre suelo madrugar, pero confieso que me costó trabajo despertarme aquella mañana, y como no, si tardé tanto en dormir y todo porque no podía borrar esos ojos verdes de mi cabeza. Como cada mañana tomé la ducha en el baño que se encuentra en mi habitación, fue tan relajante sentir la cálida agua caer por mi cuerpo, porque aún me sentía cansado, un tanto estresado, y vaya, yo no suelo sentirme así muy seguido.

Salí con una toalla amarrada a mi cintura, buscando entonces el traje que me pondría para ir a trabajar ese día, escogiendo mis zapatos y mi reloj. Pronto me miré al espejo, ya estaba listo para salir, miré la hora y aún alcanzaba a beber una taza de café y tal vez comer un par de panes tostados.

Me dirigí rumbo a la cocina, Mikey ya estaba ahí preparando el café.

- No dormiste bien ¿eh? - Cuestionó Mikey

- La verdad no, pasé una mala noche

- ¿Y eso? Rara vez te pasa

- No lo sé, el trabajo quizás

- Pues deberías tomarte un descanso, al fin y al cabo eres el jefe

- Lo que necesito tomar es un café – Dije dirigiéndome hasta donde Mikey se encontraba para buscar mi taza y servirme un poco de café. En tanto me disponía a dar el primer sorbo de mi cálida bebida una voz hizo que casi derramara el café en mi camisa y que me quemara la lengua.

- Hola – Fue lo que dijo Gerard. De inmediato me volteé para saludarlo y casi siento que se me para el corazón cuando lo veo, y es que no llevaba nada más encima que una playera negra y unos boxers del mismo color, dejando a la vista unas bonitas, tersas y pálidas piernas, mientras que sus boxers contorneaban su redondo trasero. Su negro cabello estaba completamente alborotado, sus mejillas de un intenso color carmín y esos ojos verdes con los que había soñado la noche anterior, lucían adormilados. ¡Diablos! ¿Por qué ese chico se pasea así por la casa de un desconocido? ¿No tiene una pijama acaso? Tendré que comprarle una.

- Hola – Respondí atragantándome un poco con el café. Dejando la taza sobre el desayunador.

- Ya debo de irme, se me hace tarde – Le dije a Mikey

- ¿Seguro? No has comido nada

- Sí, te veo en la oficina. Si quieres puedes llegar un poco más tarde para que desayunes con tu hermano – Le mencioné

- No, ya ahorita en unos 10 minutos salgo – Respondió Mikey

- Ok. Te veo allá – Le dije – Adiós Gerard – Mencioné volteando a ver a ese pálido chico que yacía sentado frente al desayunador. Él sólo me sonrió y se despidió de mí agitando su mano al aire. Yo sólo necesitaba salir ya de ahí. No quería estar más junto a ese chico, porque en serio, me causaba un extraño dolor de panza.

Llegué a la oficina un poco antes, pedí a mi secretaria me llevara algo de desayunar, en tanto me dispuse a llamar a Jamia, y es que la noche anterior, con todo lo de la llegada de Gerard, no tuve oportunidad siquiera de llamarla.

Quedé de comer con ella como casi todos los días, sin embargo debo decir que cuando estuve frente a ella no pude evitar pensar en Gerard Way ¿por qué? No lo sé, simplemente su imagen vino a mi cabeza de la nada. Incluso Jamia dijo que me veía algo distraído mientras me contaba que el diseño de las invitaciones para nuestra boda ya estaban listos y me cuestionaba si ya había pensado a quién invitaría. Honestamente mi intención era invitar a las personas más importantes de Nueva York, a todos nuestros socios comerciales y obviamente familiares y amigos, 500 personas tal vez, o un poco más. Como ya lo había dicho, quería echar la casa por la ventana y no iba a escatimar en gastos.

Después de aquella comida con Jamia debo admitir me relajé un poco, o tal vez fueron las dos copas de vino que bebí, sin embargo pude trabajar sin mayores contratiempos hasta que llegó el momento de regresar al apartamento.

Pero cuando llegué, otra vez Gerard Way sentado en el sofá de mi sala viendo la televisión y sí, otra vez estaba en ropa interior. Debo pensar seriamente en regalarle unas pijamas.

- ¿Y Mikey? - Pregunté

- Salió a cenar con Kristen

- Ah, ya veo. Bueno, voy a mi habitación

- ¿No quieres ver una película? – Mencionó él

- No creo, estoy cansado

- Anda – Insistió

- Está bien. Voy a cambiarme

Me dirigí a mi habitación para quitarme el traje y ponerme entonces el pantalón de mi pijama y una playera. Me quedé pensando si en verdad fue buena idea decirle a Gerard que lo acompañaría a ver una película. Realmente estaba cansado.

Salí encontrándolo ahí, frente al sofá con ya algunos sándwiches preparados, así como un bowl de palomitas y bebidas.

- ¿Cuál quieres ver? - Preguntó

- La que tú quieras – Entonces me mostró una de StarWars, le dije que estaba bien, honestamente no sabía siquiera si vería aquella película más de 15 minutos, seguramente me quedaría dormido.

Me senté en el sofá, comenzamos a ver la película, sin embargo él comenzó a preguntarme cómo había sido mi día.

- Normal, trabajar, negocios. Algo cansado. ¿Y el tuyo? ¿Te quedaste aquí todo el día? - La verdad es que tenía cierta curiosidad por saber qué había hecho todo el día, pues lo encontré muy relajado en el sofá, igual pasó cuando me fui por la mañana

- Pinté un poco. Quisiera pintar al menos un par de cuadros más para llevarlos a una galería – Había olvidado que este chico era artista

- ¿Me dejarás ver tus obras?

- Aún no están terminadas, pero cuando lo haga, claro que sí – Mencionó con esa sonrisa que me daba náuseas y honestamente, estar ahí cerca de él, vistiendo apenas unos boxers y una playera, me estaba poniendo realmente mal, por lo que me disculpe con él, mencionándole que realmente estaba cansado y necesitaba dormir un poco para recuperar energías. Aunque sólo quería alejarme, no soporto lo que me hace sentir.

La vida perfecta de Frank (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora