Epílogo: Un lugar seguro es una esperanza

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Sentia la cabeza pesada, los párpado le costaba abrirlos y lentamente lo hizo, lo primero que se encontró cerca de el fue el rostro de Shoto quien estaba sentado a su lado con un libro entre sus manos.

—Mierda...— gruño Bakugo intentando sentarse en la cama donde estaba

—Despertaste, eso es bueno...— afirmo el mitad albino dejando el libro a un lado para acercarse a revisarlo.

—¿que paso?— cuestiono el de ojos rubíes, sentía la cabeza martillar y dar vueltas, tenia los recuerdos revueltos de los últimos días, ¿fue un sueño? Por que si fue así, fue jodidamente estresante.

Shoto no tardo en pasarle un vaso de agua dejándolo en sus manos para que bebiera de la misma, la mirada gris y azul seguía los mínimos movimientos del contrario hasta que bebió todo el agua.

—La cuerda se rompió — comento con tranquilidad

—¿la cuerda?—

—Si, fue una suerte que cayeras dentro de los muros y no fuera de ellos, donde esas cosas estaban, aunque te golpeaste demasiado dada la altura. Llevas alrededor de tres semanas durmiendo, Midoriya se encargó de curarte—

¡asi que no fue un sueño! Y peor aun, le debía un favor a Midoriya.

—¿Y donde estamos?—

—En el refugio, hay varios estudiantes aquí y no tuvieron problema en ceder una habitación para que descansaras, todos te estuvimos cuidando, hoy me toco a mi—

—Ya veo, así que llegamos...— dejo escapar un suspieo, y antes de que el bicolor dijera algo, todos los demás entraron repentinamente, solían visitarlo en grupo cada dia y ese no era la excepción.

En cuanto le vieron despierto no dudaron en lanzarse a abrazarlo, unos lloriqueando otros dándole palabras de alegría de que estuviera bien y consciente por fin.

Bueno, no era tan malo todo, habían llegado al refugio, estaban a salgo ¿verdad?

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