Se escuchaban murmullos y risas, el ambiente era cálido en aquel pequeño lugar, frente al escenario se encontraba un par de pequeños ojos, ojos llenos de intriga y entusiasmo.
La pequeña niña estaba alegre, con su abuelo al lado el cual solo se preocupaba por la felicidad de la pequeña, en especial ese día.
La niña odiaba a su padre, pero amaba a su abuelo, el estuvo ahí con ella en todo momento, y en aquel día el le cumplió el sueño de ella, ver a un pianista, sonará algo simple, pero para la menor era lo que siempre deceo, su abuelo le contó historias de su abuela, el cómo tocaba el piano, decía que su melodía era tan hermosa que podría sanar cualquier sentimiento, realmente se notaba el amor que le tuvo cuando habla de ella, así que desde entonces se volvió un deceo el ver a un pianista y gracias a su abuelo eso se hizo realidad.
Aque día la niña se había levantado con una gran felicidad, tan inocente bajo las escaleras y saludó a sus padres, estos sólo le dirigieron la mirada para luego ignorarla, ella se quedó parada unos segundo esperando alguna clase de felicitación por su cumpleaños, pero nada, ni un saludo, la menor solo sintió las lágrimas bajar por sus mejillas, pero como si no tuviese sentimientos mantuvo su sonrisa, ella sola se sirvió su desayuno, sin ayuda de nadie, solo anhelaba ser querida como cualquier niño, pero en cambio sus padres la trataban como un ser extraño, desde el día del axidente la odiaron, solo deseaba que la amarán como antes, antes de eso...
Escucho un ruido extraño y fue a ver, eran sus padres que se alistaban para salir, estaba apunto de preguntar a donde iban cuando la puerta se abrió y dejó ver a su abuelo.
-¿Donde van?- Pregunto en ansiano
-Saldremo a comer, a nuestra hija le dio hambre
Solo ver a su abuelo pudo ver la decepción plasmana en su rostro, el no dijo nada, solo espero a que salieran de la casa para darle una sonrisa a la niña.
-Mi niña hermosa, alistate te llevare a un sitio, es tu regalo
Y así fue como la niña pasó el mejor día de su vida, fuera del teatro su abuelo tomó si mano y empezaron un andar lento y calmado.
-Mi niña, mi dulce Boris
Boris, el apodo que le había dado su abuelo, ese fue el nombre que siempre quiso para ella, pero lamentablemente no se lo pusieron, aun así, siendo solo un apodo, el realmente lo veía como su nombre
-Dime abuelo.
-Eres tan pequeña, dicen que los niños son ángeles, pero, los ángeles que son pisoteados buscan su propia libertad y se vuelven ángeles caídos.
La niña empezó a dudar, tal vez su abuelo tenía sueño y por eso decía incongruencias, las palabras que decía podía tener relacion a su tan criticada y mal vista creencia, del bien y el mal.
-Tu, Boris, eres un ángel caído, has lo que creas que es bien, se amable y delicada como un ángel, pero, si consideras que algo está mal, si te tratan de pisotear o quieren cortarte tus alas, lucha, has lo necesario para que eso que te causa mal desaparezca, recuerda, quien también es un ángel caído es Lucifer.
Ésas fueron las palabras que la marcaron por toda su vida, que a medida que fue creciendo fue tomando sentido, las palabras que en su momento temió llevar a cabo pero que luego sería su liberación, aquellas que guarda tan profundamente y que protege como un tesoro.
Sus zapatos ya estaban mojados por la lluvia que en tan solo poco tiempo había empezado a ser más fuerte.
En su rostro no había ni una sola expresión, como si estuviese en transe se dirigía a gran velocidad a su casa, solo una voz sonaba en su cabeza
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~Por ti~ (Alastor x lectora)
FanfictionUna joven regresa a Nueva Orleans tras la muerte de sus padres para reclamar su herencia, en su recorrido por la ciudad se topa con un joven, el cual le causa curiosidad inmediatamente, su personalidad, su mentalidad, su formalidad, todo eso captó s...