11. Interferencia

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Después de un par de días los encubiertos y sus digimon recobraron la capacidad de habla, tras una jornada de estudio reentablaron conversaciones como era costumbre, aun sin estar en el Domo. A pesar de que Mixenmon seguía perturbado por su enfrentamiento con los esbirros de Monitamon recuperó su habla y procuró conversar poco a poco.

Hanzo observaba el brillo de su Digimix, interiorizaba las palabras que más resonaban después de aquella experiencia.

«Justicia... artificial... ¿a qué se refería ese ser?» —meditaba con su atención enfrascada en su zurda marcada. Su compañero digital le dio un par de palmadas en una mejilla.

—Hanzo, ¿sigues en la Tierra? Faryen te ha preguntado algo —agregó, apuntó con su nariz al otro humano y le hizo ver su expresión resignada por no recibir respuesta oportuna.

—Eh... ¿yo?, sí, sigo aquí... perdonen —repuso Aonomi. Se acomodó y enfocó su atención en sus colegas, el canadiense cambió de cara y preguntó nuevamente.

—¿Quieres salvar tu permanencia en la universidad? No me vayas a decir que no, porque te estarías perdiendo de algo interesante que descubrí.

A Hanzo le llamó la atención lo que Faryen quería plantearle, así que se enderezó de repente, tanto así que Mixenmon estuvo por caerse de su cabeza.

—¡P-por  supuesto!, ¿a quién hay que matar o qué? —la jugarreta del interesado fue un tanto inoportuna que no les hizo gracia a los otros—. Ay, no me miren así, es... solo una expresión —se encogió de hombros y mantuvo compostura mientras Faryen hablaba.

—Ahm... dejando de lado esto, sé que hay algo que no te va a agradar mucho al respecto, pero es necesario que lo sepas de una vez si de verdad te interesa seguir aquí, ¿eh? —Faryen volvió sus ojos a su propio Digimix, Kotemon seguía su mirada igual que Mixenmon. Hanzo captó la indirecta.

—Ah, no... ¡no, Faryen, no si tiene que ver con Okamoto! —Aonomi se levantó con molestia notoria, su digimon estaba también incómodo por los cambios abruptos que terminó aferrándose del cuello de su compañero.

—¡Al menos avisa que te levantarás, Hanzo!, ¡no tengo garras!

Faryen vio que se alejaban, así que se levantó y les trató de hablar antes de perderlos, Kotemon dio sus pasitos y trataba de mantener el ritmo.

—¡Tarado!, ¡es la oportunidad de tu vida! Si te bajas del bote en este momento te aseguro que quedarás en aprietos mayores, ¿lo olvidas? —de vez en cuando el rubio miraba sus pasos para no caer, pues caminaba de lado—. ¡Piensa muy bien tu decisión!

Hanzo se detuvo en seco, se veía una mueca de repudio en su rostro, con esa misma enfrentó a su aliado humano y le puso un dedo acusador en su pecho.

—Dame una buena razón para aceptar, aparte de conservar mi subvención, ¿eh? ¡Te reto!

—¡Pues yo te reto a que consigas un proyecto con vacantes en tres días! —aunque no lo parecía, Faryen no contaba con la paciencia suficiente después de un par de contradicciones, así que dejó solo a Hanzo y se fue molesto a su cuarto, mascullando una que otra palabra, su digimon estaba algo confundido y regresó tras de sí tan pronto como pudo.

Mixenmon miró con cierta preocupación a su compañero, se sostuvo mejor del humano y también intentó hacerlo entrar en razón.

—Deberías darle la oportunidad de explicarte lo que tiene propuesto. No es la primera vez que te quedas con una cara de la realidad, eso puede jugarte en contra después —el digimon sonaba como un alma vieja en ese sentido.

A pesar de ese último intento Hanzo se mantuvo reacio y continuó con su camino hacia el parque. Un alumno que había presenciado parte de la escena se quedó observando y echaba risitas, cosa que inquietó al digimon, este punteó desconfiado a Hanzo y, sin vacilar, él lo intimidó con una mirada de pocos amigos.

Digimon: Digital Wave - PerseguidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora