Capítulo 2

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Ryan

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Ryan

La mandíbula me tintinea con los pensamientos conflictivos que me atraviesan de golpe al recordar a la persona que no debo. Sin embargo, es inevitable no hacerlo porque mi mente insiste en ser una maldita masoquista que le gusta revivir la figura de cierta mujer que jamás debí probar.

Esa mujer que tuve por una noche pero que jamás fue mía.

Han pasado dos años exactamente desde lo que ocurrió en la despedida de soltero de mi hermano, dos malditos años en los que he vivido martirizado por lo que hice y también por lo que no hice, y no hay un día en el que no me arrepienta de ello.

Vivo sumergido en las culpas y las fantasías prohibidas que no se como arrancarme de la cabeza.

No entiendo como no preví las consecuencias que desencadenaría el follarme a una completa desconocida aquella noche, cabe aclarar que no estaba en mis cinco sentidos, no sabía qué diablos estaba haciendo. Aunque no sé si eso me justifica o me exonera de cualquier culpa. Tampoco entiendo porque tengo que recordarlo todo con lujo de detalle.

Estuvo mal y probablemente iré al infierno por eso y por los demás pecados que alberga mi alma. No debí hacerlo. Pero aún así, lo hice y lo peor es que si tuviera la oportunidad, también lo volvería a hacer.

Le volvería a fallar a mi hermano.

Porque su mujer es la única persona a la que no puedo desear y por la que estoy loco por volver a probar.

Pensé que el tiempo se encargaría de borrar cada recuerdo de ella sembrado en mi memoria, que de alguna forma sanaría cada rincón que ella tocó y quemó con sus besos, que me desharía de su dulce sabor a durazno, que no resistiría su aroma, que en verdad podría olvidarla.

Pero el tiempo no borró nada.

El tiempo no me curó de ella.

Inclusive, hay días en los cuales la siento más fuerte que antes, la siento penetrada en mi piel, en cada respiro que doy, en cada bocanada que tomo, en cada resoplido que le regalo al viento para disipar la melancolía que comienza a abrumarme cuando recuerdo la razón por la que me prometí no volver a estar con ninguna mujer. No después de ella. Pero fue imposible porque la tengo metida en mis huesos.

A esa mujer la tengo atravesada en el cuerpo y no entiendo porque la vida se ensaña conmigo de esta forma.

Creí que nunca me volvería a sentir de esta forma, que jamás tendría esta necesidad de estar con alguien mas que no fuese ella pero mi corazón no pudo evitar descongelarse capa por capa cuando uní mis labios con los de ella, despertando todas esas sensaciones aplastantes que juré estaban muertas pero me equivoqué y todo se fue a la mierda en el momento en que descubrí quién era y a quién pertenecía.

Siempre termino haciendo las cosas mal, rompo mis promesas, hiero a las personas que no lo merecen y tarde o temprano, la vida me pasará factura.

Con un largo suspiro alejo esos pensamientos y culpas, deseando no sentir tanta impotencia por los sentimientos que me asaltan sin mi permiso. Me remuevo en la silla, incómodo por estar aquí, y reparo con cierto desinterés el restaurante en el que estoy gracias a la insistencia de Connor.

La Noche Que Nunca ExistióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora