Lo Hicimos

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Los Fanfics están siendo corregidos, los subiré poco a poco.

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La guerra había acabado.

Antoni, Bratt, Gema y todos aquellos que estuvieron de su parte habían sido eliminados. El italiano estaba muerto, Rachel James lo había eliminado provocándole un dolor horrible como al que él algún día le había provocado a ella. Se había decidido dejar con vida al matrimonio Lewis, querían que sufrieran encerrados, humillados y torturados lo que les quedaba de vida.

No quedaba ningún Mascherano ni ningún Lewis con vida, Christopher y Rachel Morgan se habían encargado de eso.

Ambos recuperaron todo el poder que un día se les había arrebatado, luego de dar las pruebas necesarias y de claro, amenazar y eliminar a varias personas que no estaban de acuerdo con ellos, Christopher Morgan tomó el puesto del Ministro de la FEMF, Rachel James se convirtió en la Primera Dama y Capitana.

A cada miembro de la Élite se le ascendió y ahora eran más poderosos que antes.

La familia Morgan James se había convertido en la familia más poderosa del mundo.

En la mansión Morgan James, Rachel James De Morgan se encontraba en su habitación revisando varios documentos importantes que se necesitaban para una reunión, cuando recibió una llamada.

Esa llamada que había esperado desde hace mucho tiempo.

Temblorosa contestó, esperando que la persona al otro lado del celular comenzara a hablar.

—Está hecho, señora.

—¿Están seguros? —las lágrimas se le comenzaron a acumular en sus ojos por la noticia.

—Puedo venir mañana mismo y comprobarlo.

La mujer sonrió y las lágrimas que había intentando retener comenzaron a bajar por sus mejillas. Justo en ese instante su marido entró a la habitación, cuando la vio así frunció el ceño.

—¿Qué te ocurre?

No hizo falta responder, pues con una sola mirada él entendió todo.

Muy temprano en la mañana del día siguiente, antes de que saliera el sol, los Morgan estaban subiendo a su jet privado rumbo a un lugar bastante lejos de Londres.

—¿A dónde vamos? ¿Por qué tan temprano? —una soñolienta niña de ojos grises comenzaba a removerse en los brazos de su madre.

—Sigue durmiendo, corazón, luego hablamos. —acarició su cabello hasta que volvió a dormirse. Miró a su hijo, quien estaba recostado sobre su padre al igual que su hermana, dormido.

Fueron varias horas de vuelo, pero lograron llegar a su destino. Era algo parecido a una gran casa por fuera, pero en realidad era un laboratorio por dentro.

Fueron demasiados días, semanas, quizás meses, pero el matrimonio Morgan pudo encontrar un lugar en donde podrían hacer la cura para su hijo. Luego de cuatro meses de investigación y pruebas, lograron dar con la cura.

—Pasen. —un doctor los atendió cuando entraron, los niños se aferraron a su padres al ver a personas extrañas— Les daré una explicación de todo lo que se hará.

Les comenzaron a dar un recorrido por el lugar para que supieran en donde se encontraban, les explicaron el procedimiento que se realizará para Owen y todos los gastos que esto conllevaba. Rachel habló.

—El dinero no es importante, lo que necesitamos es que inicien de una vez, ya perdimos demasiado tiempo.

—La entendemos, señora Morgan, pero no podemos apresurar el proceso. —le contestó con calma al ver su desesperación y la mala mirada del ministro— Serán cuatro dosis, una cada semana. Lo único que le pedimos es un mes más, les aseguramos que su hijo estará bien cuando acabemos.

Ambos se miraron, no tan convencidos con eso. ¿Qué pasa si al final no funcionaba? ¿Y si Owen empeoraba? ¿Qué sucedería en todo ese mes con su hijo?

Luego de unos segundos asintieron, tendrían que intentarlo por su hijo.

—Lo haremos. —Rachel acepto. Era eso o nada.

—Tengan en claro que si algo le ocurre a mi hijo, los mataré uno por uno. —Christopher los amenazó haciendo que el doctor tragara nervioso.

La primera semana llegó. Sufrieron el primer susto cuando Owen tuvo un desmayo, provocando las amenazas de muerte del ministro. Al final los especialistas le juraron que sólo eran causas de la dosis aplicada y no era nada grave.

La segunda semana Owen podía respirar por si solo sin agitarse, no tan bien, pero mejor que antes. Era un avance, aunque eso no significaba que por ratos la pasara mal, preocupando a su madre demasiado.

La tercera semana algo había cambiado, el niño no se levantaba, parecía cansado, como si hubiera corrido un maratón por días.

—¿Owen se mejorará, mamá? —su hermana mayor se encontraba sentada a su lado mirándolo preocupada.

—Claro que sí, y pronto jugarán juntos como tanto querías. —la intentó tranquilizar.

Última semana. Última dosis. Todos estaban a la espera de los resultados. Habían llevado a Owen a aplicarle la cuarta dosis a una habitación aparte, para así aprovechar y hacerle unos estudios. Tres horas después y con el corazón latiendo a todo motor, los Morgan pudieron ver a su hijo acostado en una camilla descansando.

—Todo salió a la perfección, su hijo está fuera de peligro.

El doctor a su cargo le entregó unas cuatro dosis más, que, aunque dijo no ser necesarias, eran por si pasaba alguna emergencia.

Cuando el niño abrió los ojos, lo primero que vio fue a su madre con lágrimas en los ojos y con una sonrisa enorme. Luego a su padre, quien se encontraba serio como de costumbre, pero se podía ver en sus ojos lo feliz que estaba porque su hijo estuviera sano.

—¡Despertaste! —Milenka lo abrazó con fuerza al verlo abrir los ojos— Ahora no te puedes negar a jugar conmigo, como tu hermana mayor te lo ordeno.

—Cariño, dale espacio. Tu hermano acaba de despertar.

—Estoy bien. —fue lo primero que dijo el niño.

—Así es, mi pequeño guerrero, estás muy bien.

Y así, luego de tanto tiempo Owen se encontraba perfecto.

Rachel y Christopher estaban tranquilos y en paz, con su familia completa y viviendo la vida que habían deseado junto con sus hijos.

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