Adolescentes

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Era la fiesta del año. La más grande fiesta que se había formado en ese año. Cientos de adolescentes asistían a ella, y entre esos adolescentes se encontraban dos chicas que llamaban la atención de muchos por su belleza y seguridad al caminar.

La de la derecha traía un corto vestido negro que se pegaba a sus curvas sostenido por unos finos hilos en sus hombros. Su larga y lacia melena negra bailaba con cada paso que daba.

La chica de la izquierda tenía un vestido similar a la primera, sólo que este era verde. Su cabello castaño y con no tan marcados rizos naturales la hacía lucir más hermosa de lo que era.

Ambas entraron a la fiesta mirando a todos a su alrededor. Chicos de su edad bailando y saltando, bebiendo y besándose en las esquinas.

Todo estaba de locos.

—De aquí no nos vamos hasta que me bese con mínimo tres chicos y esté ebria. —dijo la de ojos grises.

—Ya somos dos. —le contestó su mejor amiga.

Llevaban siendo amigas desde que los padres de la castaña se mudaron a Londres hace unos cuantos años atrás. Había pasado parte de su vida en Alemania, otra parte en Washington, hasta que acabó en Londres.

Era media noche, las chicas habían quedado de ir a esa fiesta desde hace semanas, pero, el día anterior se habían metido en una pelea en su instituto y sus padres las terminaron castigando por semanas. Obviamente se escaparon hoy en la noche para ir a la fiesta, algo arriesgado considerando la clase de padres que tenía cada una.

Literalmente, lo que estaban haciendo era suicidio.

Y en estos momentos no les importaba.

Cuando dieron las tres de la mañana Milenka se encontraba bailando sensualmente con un chico que acababa de conocer, y Neit estaba en uno de los muebles del lugar besándose con otro.

Media hora después era la chica de vestido negro quien besaba a otro chico, y la chica de ojos heterocromáticos, uno azul y otro verde, se encontraba en una de las habitaciones de la parte de arriba.

Hasta que se escuchó un disparo.

La música se detuvo, las luces se encendieron.

Milenka apretó los ojos con fuerza al reconocer a su padre a lo lejos. Se puso de pie y metiéndose entre las personas sin que la vean, subió las escaleras.

Pudo oír a otra voz diciendo que la fiesta había acabado y que todos salieran.

Estamos jodidas. Pensó.

Abrió todas las puertas que encontró buscando a su amiga, hasta que en la séptima habitación la halló.

—Müller, nos tenemos que ir, ahora. —le avisó apurada.

Neit ya se estaba poniendo su vestido, pues al oír el disparo pudo saber que su muerte había llegado.

—¿No me darás tu número? —le preguntó el chico inocente.

—Por supuesto que no.

Ambos salieron de ahí y decidieron tomar otras escaleras. Estas daban a otra parte del gran lugar, a la parte trasera. Llegaron al patio y luego a la calle, por suerte habían dejado el auto un poco lejos.

—¿Cómo mierda nos encontraron? —preguntó la peli negra— Me aseguré de no usar ninguna de las joyas que papá me ha dado. —sabía muy bien que su padre le ponía rastreador a sus cosas.

—Tengo la teoría que mis padres me pusieron un localizador en alguna parte del cuerpo cuando era pequeña... no puede ser que siempre sepan donde estoy.

—Lo hicimos, a los diez años.

Ambas se detuvieron y abrieron mucho los ojos. No querían voltear.

Debí haberle hecho caso a mamá cuando dijo que ni pensara en que lograría escapar de ellos. Bien hecho, Neit, ahora estás en problemas graves.

Mamá me lo advirtió. Me dijo que no me atreviera a salir de casa porque se darían cuenta. ¿Por qué no le hice caso? A ver, Milenka. Nunca. Le. Lleves. La. Contraria. A. Tu. Madre.

—Nos vamos, Milenka.

Las chicas respiraron y voltearon hasta sus padres mostrándoles unas sonrisas inocentes y encantadoras.

—Hola. —dijeron al unísono.

El alemán siguió su camino pasando por el lado de su hija sin decir nada. Ella asintió suavemente y lo siguió.

—¿Qué tan enojado estás, papi?

—Estoy pensando en serio mandarte a un internado el próximo año para que te controles.

—Mamá no lo permitiría...

Su padre rió.

—Si es lo que quieres creer, de acuerdo.

Por otro lado, camino a su casa, Milenka se limaba las uñas tranquilamente.

—¿Cual será mis castigo?

—No irás a entrenar las próximas dos semanas conmigo.

Milenka lo miró y comenzó a negar.

—Vamos, eso no... —su padre no dijo nada— ¡Papá, no me puedes dejar sin entrenar!

—Sí puedo.

—¡No!

—Sí.

—¡No!

—Sí.

—¡Se lo diré a mamá, cabezota!

Sonrió.

—De ella fue la idea.

Ambas adolescentes llegaron a sus casas. La madre de Neit estaba cruzada de brazos en la sala, mientras que la madre de Milenka la miraba enojada desde las escaleras.

Tragaron saliva, pero con valentía les pasaron por el lado y se fueron a encerrar a sus habitaciones. Algo arriesgado, pero debían parecer indignadas.

Tomaron sus teléfonos para escribir y contestar un mensaje.

Hay una fiesta el sábado en casa de Hall, ¿vamos? —Milenka.

Obviamente, no nos la podemos perder. —Neit.

~~~

Si creen que Parker es el único Alemán que me tiene obsesionada, pues no. Maximilian es mi gran amor. Neit sería su hija junto con la griega.

Feto, siempre en nuestros corazones😔

Fanfics Morgan James Donde viven las historias. Descúbrelo ahora