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Nayeon había pasado unos días maravillosos con la familia de Jihyo.

Pero extrañaba a su madre.

Hoy era el último día en aquella casa gigantesca a la que había ido y quería aprovecharlo.

El día anterior, había tenido una pesadilla. Se encontraba en aquella habitación oscura, estaba sola y tenía frío, solamente traía un pijama de verano; miraba en todas direcciones pero, como es típico en las pesadillas, no podía moverse. Sus piernas comenzaban a temblar cuando oía pasos lejanos y al momento en que una sombra de un hombre alto se acercaba a ella, despertó.

Había tenido que ir a dormir junto a Jihyo porque no le gustaba estar sola ahora.

Jamás había dormido con otra persona, pero ahora lo necesitaba.

Así que, siendo las 3 de la madrugada, se infiltró lentamente en el cuarto de la mayor. Se abrió paso por la habitación sin hacer ningún ruido, y cuando estuvo junto al lecho de Jihyo, aprovechó que esta se encontraba durmiendo en una de las orillas dejando un espacio libre.

Simplemente levantó las cobijas y se acostó a su lado.

Jihyo sintió el peso de otra persona en su cama, se asustó al principio, pero después notó que era Nayeon quien ahora se encontraba allí.

No tardó en pasar su brazo por la cintura de la menor, con cuidado. Y no se acercó mucho, para no incomodarla.

Nayeon agradecía que Jihyo fuera tan cuidadosa con ella.

Como estaban de frente, Nayeon se inclinó y dejó un beso en la mejilla de Jihyo. Era la primera vez que actuaba tan espontáneo.

—Buenas noches, unnie~.

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Antes de ser aceptados como pareja, el pingüino emprende un viaje en búsqueda de una piedra brillante la cual al ser aceptada significará que es aceptada su propuesta de ser pareja.

pasitos de pingüino | NahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora