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Nayeon seguía siendo lejana a los demás, pero había aprendido a acercarse a Jihyo. Y Jihyo, había aprendido muchos gestos de Bunny.

La conocía muy bien. Cuando Nayeon se enojaba o estaba cansada, su boca formaba un "人".

Cuando comía o sonreía, los hoyuelos de sus mejillas se marcaban mucho. Y sobretodo, que amaba su sonrisa. Era el gesto más sincero que habia visto en la menor. Cuando estaba feliz, irradiaba luz por todos sus poros.

Nayeon era un Sol, pero un Sol de invierno, porque estaba ahí brillando, pero aún no podia entregar su calor y luz a todo el mundo. Era un Sol para pingüinos.

Jihyo notó con el tiempo, que Nayeon aún no la alcanzaba con la altura. Ahora a la mayor le gustaba molestar a Nayeon por lo bajita que era. Pero Nayeon no le decía nada porque amaba que Jihyo estuviera feliz.

Las tardes juntas le alegraban el alma, y agradecía la idea su madre de que ambas fueran amigas desde pequeñas.

Pero había algo que Jihyo no había visto hasta un día.

Algo que había pasado desapercibido ante su intelecto por todos aquellos años.

Ese algo, era que Nayeon le tenía miedo a una persona en específico.

Y cuando Jihyo lo descubrió, supo de inmediato que desde ahí venía su trauma.

Y cuando Jihyo lo descubrió, supo de inmediato que desde ahí venía su trauma

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pasitos de pingüino | NahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora