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-Ya llegué, como está la enferma? -entró a la habitación-.
-Estoy muriendo -lo miré sarcástica-.
-Un momento perfecto para que comas mi sopa -dejó en la mesa una mochila, sacó un traste con algo dentro-.
-Sabes, prefiero la muerte -tape mi cara con una almohada-.
-No moriras en mi cuidado -me quitó la almohada-.
-Dejame morir.
-No, come -me levantó de la cama-.
-En donde estabas? -tomé la sopa-.
-A que te refieres? -se veía confundido-.
-Llegaste muy rápido, en donde estabas? -le di la primera cucharada-.
-Estaba en un museo cuando me habló Peter, estaba preocupado, fuí a mi casa y preparé la sopa mientras te hablaba.
-No entiendo porque se preocupan tu y Peter, yo sé que tienen miedo de verme muy mal, pero...
-De el no sé, pero el mío es que te sumerges en una tristeza por Neal, por su ausencia...
-Esta claro que Neal sigue vivo -dejé de comer-.
-En nuestros corazones...
-El está convida, no puedo creer que siguen creyendo esa estupidez, tu estuviste con el cuando escapó, sabes sus técnicas.
-Y vimos su cuerpo, creo que lo que vieron nuestros ojos es más importante que lo que creemos -me miró mientras suspiraba-.
-Si tu crees eso -levanté los hombros-.
-No me gusta hablar de ese tema, mejor hablemos de lo que pasó?.
-Que pasó? -lo miré sin entender-.
-Tu casa huele a hombre, ahí están tus flores favoritas, también puedo ver qué los trastes que están secos fueron de anoche, las copas de vino lo delatan -señaló cada punto-.
-No fue eso -bajé la mirada-.
-Ey, tienes derecho a rehacer tu vida, Neal estaría bien con eso, hace mucho tiempo que no veía algo así, la casa todo el tiempo parecía un caos, no querías hacer nada -me buscó mi mirada-.
-No es eso, no creo que pueda tener una cita con alguien que no sea Neal...
-Entonces? Todo parece que fue una cita pero no lo fue -levantó los hombros-.
-Yo... No puedo decirlo -me acabé la sopa de un sorbo-.
-Que?.
-Gracias por la sopa, me siento mejor, gracias... Dile a Peter que estoy bien, no necesita preocuparse por mi, que cuide a su familia, tiene mucho trabajo con eso -miré a otro lado-.
-Si eso quieres... Esta bien -tomó el bote de mis manos-.
-Mozzie... Gracias, y... Te quiero mucho -mis ojos se cristalizaron-.
-Mi niña -su voz se hizo un hilo, dejó el traste y me abrazó-.
-No me llames así -sonreí-.
-Yo también te quiero, mi niña -besó mi cabeza-.
-Hablamos -se separó de mi-.
-Hablamos. -tocó la punta de mi nariz, tomó todo- Adiós.
-Adios -sonreí de lado y salió de la habitación, pasarón unos segundos para que Neal saliera del armario-.
-Ya? -me miró, su cabeza estaba salida de la puerta-.
-Ya, escuché como cerró la puerta -suspiré-.
-Parece que no es la primera vez que te visita si Peter se lo pide...
-No, lo hace bastante seguido, sospecho que tiene la sopa hecha en su refrigerador, solo la pasa a un bote pequeño para traerme -cerré los ojos-.
-Te sientes mejor? -se acercó a mi-.
-Algo, debí pedirte que te llevarás las flores, olvido lo observador que es.
-Puede que salgas del juego, pero el juego nunca sale de ti.
-Nunca, los hábitos son difíciles de olvidar -levanté mis cejas-.
-Esta bien, duerme un rato -acarició mi cabello-.
-Lo intentaré, solo no te vayas -me acurruque-.

Puntos Suspensivos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora