8. Arte

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Lexi

-Joder... -me dejo caer en la cama a su lado. 

Estoy agotada, el mejor sexo de mi vida. 

Por supuesto que no era mi primera vez, pero no había comparación con mis anteriores veces. 

-Creo que ya sé cuál era esa palabra. -me acurruco entre sus brazos mientras nos arropa con la manta. 

-Creo que empezaré a llamarte Arte. 

-No me desagrada la idea. -sonrío apoyando la cabeza en su hombro. -Y esta es nuestra última noche juntos. 

-Siempre nos quedarán vídeo llamadas. -cierro los ojos con una sonrisa. 

Me quedo dormida enseguida escuchando sus susurros y sintiendo sus caricias.  

...

-TE HAS ACOSTADO CON ÉL? -pregunta Sara dándose la vuelta para mirarme con los ojos abiertos como platos

-Sí. -sonrío notando como mis mejillas se arden. 

-A ver, recapitulemos... Primero me dices que no irás con nosotros a ver el fantástico jardín de las Tullerías para escaparte con él a ver L'Orangerie, luego os vais a comer macarrons, visitais librerías y tiendas de arte juntos y, para la guinda del pastel, te lleva a la punta de la torre Eiffel yos besáis, y luego os acostáis. 

-A ver, visto así... 

-Joder, no sabes la suerte que tienes, está loco por ti! 

-No digas tonterías, bueno, y qué hay de ti y esa chica? 

-Primero, no me cambies de tema, segundo es la puta mejor persona que mejor besa del mundo, y he besado a muchas. -puntualiza guardando sus camisetas en la maleta. -Y tú qué piensas hacer con tu prenovio? 

Me pongo colorada al escucharla decir eso. -Prenovio? Tampoco hemos hablado tanto! 

-Hija mía, os habéis acostado. 

-Bueno, no sé, supongo que seguiré hablando con él y quedaremos como amigos. 

-Qué sosa eres. 

-Sosa? Soy realista, él se irá a Rusia, yo a Madrid, estaremos a seis mil ochocientos ochenta y un quilómetros de distancia y...

-Has buscado la distancia? 

-Yo no, él. 

-De verdad, no sé cuántas pruebas más necesitas, tal vez quieres una señal divina del destino? Porque te aseguro que la consigo eh. 

-Por Dios, no exageres, solo somos un par de extraños en París

-Sí, lo que tú digas. -pone los ojos en blanco y ahí acaba nuestra conversación. 

-Creo que debería irme a hacer la maleta. -me levanto y me largo de su cuarto con un mal sabor de boca después de esta pequeña "discusión". 

Al llegar a mi habitación lo encuentro a él sentado en la mesa de la terraza leyendo algo en ruso. 

Empiezo a recoger todas mis cosas en silencio dejando que él hable por los dos. 

No paro de darle vueltas a esa señal divina de la que hablaba Sara y de la que estoy cien por cien segura de que no pasará. 

El camino hacia el aeropuerto se me hizo rápido, demasiado rápido para mi gusto, no hice más que mirar por la ventana del bus escuchando música e intentando leer. 

Estaba presente físicamente pero mentalmente no, y eso me preocupa. 

Siento que un pedazo de mi corazón se queda en esta ciudad, es simplemente maravillosa. Incluso echaré de menos a los franceses estirados de las tiendas de lujo. 

"Sabes perfectamente que esa parte de tu corazón no se queda aquí, Lexi, que se va con una persona que conoces hace cinco días y mide metro noventa. "

Odio a mi subconsciente por hacerme pensar en eso una y otra vez, solo quiero mentirme a mí misma y decirme que no es verdad, que es imposible que me haya enamorado de un ruso que no conozco y que no sabe nada de mí. 

Me acerco a la máquina expendedora más cercana para sacar una Coca-Cola, necesito energía para estas cinco horas de vuelo que me esperan hasta llegar de nuevo a Madrid. 

Mi desagracia aumenta al ver que no hay ni una sola de botella de mi gasolina. 

-Mierda. -pego la frente al cristal de la máquina intentando no entrar en crisis. 

-Lexi! -me separo de la máquina al escuchar a alguien gritar mi nombre en medio del aeropuerto. -Lexi! 

Unos brazos me rodean hasta pegarme a un pecho firme y duro. Empieza a dar vueltas conmigo agarrada a él como una lapa para no caerme, pero con una sonrisa de oreja a oreja en mi cara. 

-Nic! -sonrío devolviéndole el abrazo una vez para de dar vueltas. -Pensaba que tu vuelo era por la noche. 

-Sí, pero te fuiste tan pronto que no me dio tiempo a decirte algo. -su pecho sube y baja agitado por la carrera que se habrá pegado al recorrer todo el aeropuerto gritando mi nombre. -mejor dicho, darte algo. -saca de un pantalón una carta un poco arrugada. 

-Qué es? 

-Léelo cuando estés a solas, y esto también es para ti. -me da un botella de Coca-Cola. 

-Gracias! Justo lo que necesitaba. -por los altavoces suene el primer aviso de que mi vuelo saldrá dentro de poco y que tengo que irme. -Estás seguro de que no me quieres decir nada? 

-Podría decirte tantas cosas... -sonrío al ver sus ojos brillando como los de un niño pequeño. 

-Al ver tu mirada ya sé todo lo que me quieres decir. 

"Es tan fácil de leer como un libro, para mí, él es un libro abierto por el primer capítulo, esperando a contar el resto de su historia. Esperando a que yo la lea. "

Empiezo a alejarme con una sonrisa triste en la cara, pero antes de alejarme más de la cuenta él nos vuelve a pegar solo para juntar sus labios con los míos. 

Es un beso tan cargado de sentimientos y emociones y a la vez ninguna que no sé quién está sintiendo de los dos y quién no lo está haciendo. 

-Te echaré de menos Arte. 

Extraños en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora