32- Confesiones de un egoísta.

18.1K 823 20
                                    


—Kira.

Mi mirada en el espejo es radiante y totalmente complacida, no solo se ve así, es como realmente como me siento, en este momento podría jurar que tenia algún tipo de poder nunca antes conocido en mi interior. A pesar de que mi rostro a quedado desprovisto de cualquier maquillaje, ya que el que tenía estaba corrido y tuve que retirarlo, también tenía la ropa arrugada y el cabello antes lacio ahora estaba ondulado por los movimientos bruscos. De alguna manera mística o tal vez no tanto, me sentía hermosa, tanto por dentro como por fuera.

Era extraño para mi mirarme al espejo y no comenzar a buscar defectos, pero ahora mismo no estaba haciendo eso, al contrario, me encontraba rebosando de amor propio. Era como si de pronto me viera a través de los ojos de Vlad, como si me viera con atracción por mí misma.

Tener estos encuentros excitantes con Vlad me dejan renovada y lejos de menguar mis ganas de seguir haciéndolo con él, de pronto me encuentro anhelante de la siguiente vez que lo tenga tan cerca.

Termino de pasar el papel higiénico sobre mis parpados y lo lanzo al cubo de basura junto al lavabo del pequeño baño de la oficina de Vlad. Me acomodo un poco la falda y salgo al fin del baño, caminando sobre el suelo frio con los pies descalzos. En algún momento luego de tener una ardiente sesión de sexo con Vlad, arroje los tacones por algún lugar y luego me interne en el baño para borrar el desorden en mi cara.

Al salir a la oficina, miro a mi alrededor, dándome cuenta que la noche a caído en la ciudad y que Vlad ahora esta de pie con la camisa desabotonada, mirando las luces brillantes a sus pies. Me acerco a pasos lentos y me coloca a su lado, liberando un suspiro que llama su atención, lo se porque sus ojos grises se encuentran con los míos en el cristal. Una sonrisa se cuela en mis labios y él se detiene a admirarme, para luego volver a ver el cielo estrellado.

Su rostro luce sereno, como si la paz reinara en su interior y eso me complace, me hace sentir bien que no este intranquilo a mi lado. Ambos disfrutamos del silencio que se crea, nos dejamos tragar por la inmensa oscuridad del lugar y la intimidad de la noche fría.

—¿Aun recuerdas a mi padre? — de pronto me escucho preguntando en mi vulnerabilidad y dejo mis ojos vagar por las luces tenues del edificio de enfrente, me pregunto ¿Qué estará pasando detrás de esas ventanas encendidas? ¿amantes entregándose a la pasión o rompiendo su convenio? ¿un crimen impensable o una bella demostración de amor? ¿familias felices o una destruida? ¿acaso detrás de esas ventanas con luces apagadas, estarán dos personas como yo y Vlad, envueltos en una pasión clandestina que podría destruirlos?

—Claro que recuerdo a Viktor, todos los dias — responde. — ¿Por qué lo preguntas?

—Porque a veces no logro recordar su rostro o como era su voz, si no tuviera fotos de ellos en casa, no creo que sea capaz de identificarlos, es como si mi mente borrara mis recuerdos de ellos, a veces tengo memorias con huecos y otras veces el recuerdo llega a mí de forma diferente a como fue realmente— confieso con el corazón apretado.

Mi mirada se encuentra con la suya en el cristal y sus ojos reflejan comprensión, no lastima, simplemente entendimiento.

—Es algo normal, eras una niña cuando murieron y de eso ya hace muchos años.

—Lo sé, pero tan solo me pregunto, ¿Qué pasa si un dia despierto y simplemente mis recuerdos junto a ellos se distorsionan para siempre? — pregunto con un deje de desesperación.

—Entonces yo estaré allí para recordártelo — dice con firmeza y esta vez giro la cabeza para verlo de frente, no a través de un cristal. Sus ojos ya están esperándome con un brillo especial. — siempre voy a estar ahí, pase lo que pase — asegura, mi corazón se acelera, no puedo contenerme y busco su mano, nuestros dedos se entrelazan en medio de un suspiro de comodidad.

Tócame (COMPLETA ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora