Mis primeros pasos

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El principio de mi historia es muy borroso, para mí especialmente es una recopilación de historias sobre cómo fue mi infancia, porque no recuerdo tanto. Y más o menos así me contaron que fue.

Nací en Treinta y Tres, en esa ciudad que me marcó en varios momentos de la vida. Situada en un rincón al este del país, de zonas arroceras, de mucho campo, sin mucho para hacer. Pero con eso que solo los pueblos tienen: amistad, familiaridad, todos nos conocemos y nos ayudamos. Los veranos en el río, a orillas del Olimar...,  paz y tranquilidad, donde las horas pasaban lentamente, muy lentamente. La ciudad que me vio nacer a mí y a mis padres.

Vengo de una familia numerosa por parte materna, siempre reunidos, y a pesar de vivir casas separadas se siente como si viviéramos todos juntos. "Pueblo chico, infierno grande", Treinta y Tres es una ciudad donde la familia es el núcleo de la vida en el pueblo.

Para empezar mi historia tendría que contarte un poco sobre mi mamá, la persona más grande en mi existencia. La que me dio la vida y ha luchado por mí desde que supo que vendría al mundo. Mi madre siempre tuvo una belleza y energía singulares, una fuerza interior que mueve montañas. Soñó siempre con encontrar ese amor idílico que imaginó, pero la vida poco a poco fue quitándole el brillo a ese príncipe azul y fue volviéndolo más opaco, con matices de algún color. Siempre con su rebeldía y sus ganas de vivir todo de golpe, saltó a la madurez muy joven, se casó a una edad temprana, una edad en la que algunas chicas veinte años atrás aún jugaban con muñecas, no es que ahora las chicas de 16 años no lo  hagan, y así conquistó a su pareja, mi padre, un tipo unos años mayor que ella, quien ese momento dedicaba su vida a la religión y a una noviecita. Pero lo cautivó y muy en contra de su familia la eligió por sobre todas las cosas.

Vivieron momentos de enamoramiento y días felices. Ya hemos tenido de esos, imagino las ganas de verse, los encuentros a escondidas, todo eso que el algún momento hemos sentido u ojalá pronto tú, que me estás leyendo, sientas.

Era como te conté, una chica decidida a los 16 años que dijo "me caso", y estaba convencida de que era lo correcto, posiblemente solo buscaba independizarse, estaba apurada por ser adulta. Y era difícil decirle que no a la nena y se casó, de vestido y con una bonita fiesta. En las fotos ves de todos: caras contentas y otra no tan felices con el enlace, sobre todo del lado de mi papá. La familia de mi padre era fuertemente devota a su religión, y nunca vieron con buenos ojos la unión, y menos a mi madre, que para ellos seguramente representaba todo lo que no querían para su hijo. Era un torbellino de energía y vida que no necesitaba aprobación de nadie para hacer su vida, era de esos casos en las que apariencias los condiciona. Un grupo de gente poco feliz pero con muchas cosas para exhibir. Una parte de mi familia que tuvo un rol en mi vida muy importante.

Con mis padres ya casados, por un tiempo las cosas siguieron su curso, "fueron felices y comieron perdices", y al año y medio del deseo de mamá de tenerme fue concedido. Estaba embarazada.

Pero nada en esta historia es, como te dije, totalmente color rosa y el embarazo se complicó. Definitivamente algo no andaba bien. En la ecografía había desprendimiento y el feto no había sobrevivido, pero mamá había escuchado un latido fuerte y claro: era el latido de mi corazón. Los médicos querían terminar el embarazo pero ella estaba segura de que había escuchado latidos, y dijo "¡a mí no me tocan!" La abuela dijo: "¡NO!" y fue no... Tenían razón, yo estaba viva, escondida atrás del cuerpo de mi hermano mellizo que no había sobrevivido. Yo aún vivía y desde ese momento se aferró a mi vida con uñas y dientes.

Este acto de amor te dice mucho de cómo es mi madre, o mejor de cómo la veo yo. Para mí es enorme, es tan grande que me siento tranquila cuando estoy con ella, sé que siempre me protege y sé que daría hasta la vida por cualquiera de sus hijitos.

Yo no soy una chica Pink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora