Otra mala...

244 2 0
                                    

Mientras hacía hasta lo imposible por "contestar" las preguntas que me hacían, siempre siendo honesta y a veces brutal, yo seguía viajando por todo el país, me parecía un sueño que me invitaran a las discotecas y a conocer tantos hermosos lugares.

Siempre la mayoría de la gente me recibía súper bien con mucho cariño, y también hubo casos en que no siguió una multitud de chicos para golpearnos, ha habido de todo. Para mi madre no era fácil, se asustaba. No me hago la valiente, hubo momentos en que también sentí miedo, mamá pedía seguridad para los bailes en los que me presentaba porque se me tiraban arriba, me desnudaban, me apretaban, mordían, besaban, realmente increíble...

Comencé a filmar una serie en la ciudad de Castillos, en Rocha, llamada Alguien, donde conocí a un grupo genial de chicos. Es una serie que se emite por Youtube. Hacen un trabajo increíble, en un lugar tan pequeño como Castillos, con tan pocos habitantes, encontrarte con gente tan joven y con tanto amor por lo que hace, estuvo buenísimo, con muy pocos recuerdos pero con muchas y una fuerza infinita, lograron poner en marcha este proyecto, que si bien hoy ya no soy parte de él por un tema de tiempos y distancia, les deseo lo mejor y sé que van a llegar lejos.

Fueron mis primeras experiencias en un teatro, colmado de gente gritando mi nombre era tan imponente, abrumador..., recuerdo no haber podido decir una sola palabra porque los gritos parecían mover las paredes. Al salir del teatro nos seguía una gran cantidad de chicos, centenares. Me rodearon e intentaron moverme en esa multitud.

No niego que me sentí halagada pero a la vez me provocaba esa sensación de ataques de pánico que ya te describí.

En las grabaciones nos reímos muchísimo, Deriam participaba al igual que yo en la novela y éramos malísimos para aprendernos los guiones, pero realmente la pasábamos bomba... Viajes, gente, plazas colmadas de chicas gritando mi nombre, ir a un shopping y que se comenzara a llegar de gente pidiendo mi foto, un beso, una firma...

Pero como siempre, no todo en la vida es color rosa y en pleno boom de mi popularidad llegó una terrible noticia.

Había bajado de peso muchísimo y muy rápido, y le repetía a mi mamá que no tenía fuerzas en mis piernas ni en los brazos. Tenía la cara muy colorada y estaba siendo tratada por dermatólogos y probaban mil cremas distintas, pero en lugar de mejorar, cada vez era peor, los brazos y piernas me picaban y se me ponían también rojos, después de algunos estudios más exhaustivos y de una biopsia muscular en mi pierna, finalmente lo que me sucedía tenía un diagnóstico. Era dermatomiositis juvenil, una enfermedad crónica de la que poco se sabe, solo que es autoinmune, y esto significa que mi propio cuerpo no sabe diferenciar un virus o una bacteria de las células de mi propio organismo y las mata, mi propio sistema inmunológico es mi enemigo.

Según me han dicho, existen más de ochenta tipos diferentes de enfermedades autoinmunes, todas casi inexploradas por la ciencia porque no se sabe con precisión qué las despierta.

La dermatomiositis es una de ellas. Al principio no sabía cómo encarar, al entrar y leer en internet las cosas que podría llegar a causarme. Muy en contra de lo que me recomendó el médico, que nos pidió a mi madre y a mí que no lo hiciéramos porque lo que veríamos podría afectarnos. Leí  que en el cincuenta de los casos era el comienzo de cáncer. Cuando leí esa palabra con las consecuencias que tiene, me sentí desmoralizada. No sabía cómo reaccionar, ni sabía qué significaba tener una enfermedad así, de hecho nunca me enfermaba, era una chica saludable, apenas me agarraba una gripe y se me iba enseguida, no me sentía ni mal ni bien, estaba confundida, no entendía lo que estaba pasando con mi cuerpo.

Era bastante doloroso no tener fuerzas ni para levantar tu propio pie de la cama. Cuando recién me habían hecho la biopsia no podía caminar de tanto dolor, me sentía completamente inútil sin poder moverme por mi cuenta, ni hacer cosas que me gustaba hacer pero ya no podría.

Si bien después de meses de carísimos tratamientos que mi familia se esfuerza por darme cada mes estoy de pie y con mi enfermedad estabilizada, ya no puedo tomar sol, ni salir a la calle antes de las seis de la tarde, cuando ya el sol no puede afectarme la piel, no puedo esforzarme mucho físicamente porque puedo lastimarme los músculos, es bastante jodido saber que es una enfermedad que siempre va a estar ahí.

No poder realizar actividades normales sobre todo en verano, tener que esperar que sea cierta hora para poder pisar afuera de tu cuarto y siempre con protector solar incluso adentro, tomar medicación para entrar en una piscina ¡ufff! "...es un embole". Al principio, todos mis amigos me invitaban a salir y yo no podía por el simple hecho de no poder exponerme a los rayos solares. Es una enfermedad crónica y la voy a tener toda la vida.

Los primeros tres años son los más jodidos, de vez en cuando tengo recaídas y empeoro pero me cuido y mejoro; en cierta forma ya me acostumbré a "ser un tomate" las 24 horas del día, pero no es nada lindo estar roja todo el tiempo. Pero bueno, no todo en la vida es color arcoíris como dicen algunos, y me tocó bailar otra mala.

Mi familia principalmente estaba asustada, mi hermana pequeña creo que pensaba que me iba a morir y se deprimía dos por tres. Siempre me apoyaron en todas las cosas que he pasado y gracias a dios tengo una familia así. Estaban todos asustados, más que yo, con todo esto de la enfermedad. Mi madre se quedaba mirando en internet lo que podría llegar a pasar durante horas y horas. Buscando soluciones y hablando con doctores para intentar entender más sobre lo que me estaba pasando.

Yo no soy de preocuparme mucho por nada, simplemente quería sentirme mejor, y si sentirme mejor era tener que tomar cincuenta pastillas por día lo tendría que hacer por más que odiara hacerlo.

Hoy estoy mejor que nunca. Siento que puedo caminar sin caerme ni perder fuerzas, puedo estar bien conmigo misma y realizar actividades sin esforzarme mucho. Todo lo que antes no podía hacer, lo estoy haciendo ahora. De todo lo malo siempre se saca algo bueno, al menos las consecuencias no fueron tan malas. Voy a seguir conviviendo con esta rara enfermedad, pero estoy en buenas manos y mi tratamiento logró estabilizarme y estancar la enfermedad y espero como tanta gente que logren encontrar soluciones, tal vez algo que logre curarnos.

Yo no soy una chica Pink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora