Día 5:Silencio

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Los sábados siempre han sido el mejor día de la semana. Hacía días que no escribía nada, puesto que no sabía qué escribir y la falta de tiempo jugaban un papel importantísimo.
Al día siguiente sabía que no tenía que madrugar, podía quedarme en la cama hasta bien entrada la mañana si me apetecía, podía salir al parque que hay debajo de mi casa para recostarme debajo de un árbol. Mis padres trabajaban hasta los sábados por la tarde.
Era como ese oasis en medio del desierto, un lugar donde reina la paz en medio de tantísimo sufrimiento.
En días como ese era fácil estar con mi amigo Silencio.
Silencio siempre me acompañaba a todos los sitios, lo único que había momentos que estaba más presente que en otros. Era un chico guapísimo, alto, delgado, una tez pálida, rubio platino y de ojos azul blanquecino. En cuanto a su indumentaria, era muy similar a la que a mí me gustaba para un chico: camisetas de lino y pantalones vaqueros claros.
Lo conozco desde que éramos pequeños, a veces venía a jugar conmigo en el cajón de arena del parque. Me acuerdo que la primera vez que lo vi se lo dije mis padres, como es normal no me creyeron. Después me contó Silencio que todo el mundo no lo puede ver, sólo aquellas personas que él elija. Por una parte me sentía especial y por otra creía que me estaba tomando el pelo.
Aquella relación que empezó años atrás sigue viento en popa. Es una persona de la que puedes confiar y gracias a él que me mantiene con los pies en la tierra; porque sino mis ideas de marcharme con él habrían sido efectivas mucho tiempo atrás.
-¡Hola Annabelle! ¿Cómo va tu día de sábado?- qué susto me acababa de llevar mientras estaba escribiendo. Era Silencio.
Se sentó a mi lado mientras me daba un beso en la mejilla. A veces no necesitábamos hablar para saber qué era lo que me pasaba.
- ¿Has vuelto a pensar en suicidarte? Espero que no, que sepas que me caes muy bien, pero no te quiero tanto como para estar contigo por el resto de la eternidad.
No sabía qué contestarle. Había estado muy liada como para pensar en eso. Y ahora ahí recostada bajo la sombra de un árbol era lo que menos me apetecía. La suave brisa primaveral, los chillidos de los niños jugando o el canto de algún pájaro del cual no sabía ni su nombre me sumergía en un idílico estado de bienestar mental.
-No la verdad es que no, pero sí que te he echado muchísimo de menos. No nos hemos visto desde antes del incidente. Te he estado buscando, pero no te he encontrado; hasta hoy que has aparecido por voluntad propia.
-Anna, soy una persona algo solicitada aunque no lo parezca. ¿Ves a aquel niño de unos siete u ocho años que está jugando sólo en el columpio?-Asentí ligeramente con la cabeza. El niño llevaba una gorra blanca algo sucia, una camiseta roja y unos pantalones vaqueros con varios parches-Pues aquel niño necesita ahora más que nunca mi ayuda. A causa de un accidente de tráfico que él presenció, su madre ahore se halla en coma y los médicos no saben si podrá superarlo. En cuanto a su padre, falleció el acto. Anna mi trabajo a veces me impide estar con personas tan maravillosas como tú. Muchas veces desearía que nadie me conociese porque es sinónimo de que su vida es una mierda, para que me entiendas. Mis hermanas son mucho más agradables y es mejor que estén ellas a tu lado, pero creo que es mejor no embarcarnos en esta conversación.
Según me había contado otras veces, toda su familia se dedicaba a ayudar a la gente desde tiempos remotos y lejanos. Por ejemplo, su hermana mayor se llamaba Serenidad, la mediana Paz y la pequeña Calma.
-Ya entiendo que estás liado, pero no me olvides.
No me quiso contestar. Estuvimos durante un tiempo indefinido sentados sin cruzar una sola palabra. Él mantenía la mirada fija en alguna parte del parque mientras que inconscientemente me sujetaba la mano. Me encantaba aquél contacto íntimo. Momentos después veíamos que al niño que estaba cuidando lo llamaba una anciana que parecía ser su abuela. Sabía que se debía de marchar.
Con un simple apretón en la mano y un ligero beso en la mejilla se despedía de mí. Hasta el mismo Silencio se alejaba de mi lado y me dejaba sola con mis pensamientos en aquella soleada mañana de sábado.

Memorias del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora