Día 7: Non grata sorpresa

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-Por favor, Anna, despierta. Por favor...Necesito hablar contigo...
Una delicada voz me estaba hablando. Me resultaba familiar,pero no sabía en esos momentos de quién era. También sentía el contacto de una mano sobre mi piel, sus trazos irregulares y reconfortantes recorrían mi brazo izquierdo,creo, arriba y abajo. Me concentré en algún tipo de ruido que me pudiera dar alguna pista sobre dónde me hallaba, sin embargo, todos mis esfuerzos fueron inútiles. No escuchaba nada sólo algunas palabras sueltas de alguna conversación y algún que otro leve pitido.
Dado que mi capacidad auditiva parecía atrofiada, probé con la visual; pero ésta funcionaba mucho peor. Los párpados me pesaban demasiado, tanto como si me hubiesen colocado cemento o algún material pesado sobre cada ojo.
Hubo un momento en el que dejé de escuchar aquella voz y el suave tacto de aquellas caricias. No sé cuánto tiempo estuve así. Mi subconsciente vagaba por un mar de incertidumbre.
-Por favor, Anna, despierta. Por favor... Necesito hablar contigo...
Volví a escuchar aquella voz, por algún motivo me resultaba demasiado familiar y cercana. Esta vez, en cambio, sí que pude poco a poco abrir los ojos costosamente. Sólo veía sobras y luces, no fue hasta que la vista se me acostumbró que pude ver lo que tenía delante.
Una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro. Fue una grata sorpresa saber que a mi lado estaba Silencio; sin embargo, aquella leve sonrisa desapareció. No entendía por qué estaba tan preocupado.
- ¿Silencio?¿ Qué ha pasado?
¿Estás bien?
-A mí no me ha pasado nada,Anna. Ha sido a ti, preciosa. Nos has asustado muchísimo. Creía que este episodio no lo llegarías a contar. Menos mal que ya estás despierta.
Acto seguido, me dio un dulce beso en la frente transmitía cierto temor como si desapareciese. También sentí como si algo estuviese goteando sobre mi cabeza. Al volver a ver la cara de Silencio, tenía los ojos enrojecidos y un reguero de lágrimas que intentaba hacerlo desaparecer.
- ¿Porqué lloras? Si ya estoy bien según tú.- Dije con cierta dificultad, notaba como si tuviese la garganta reseca. Nada más preguntarle aquello empezó a reírse a mandíbula batiente.
-Te parecerá gracioso, pero en todo el tiempo vivido que llevo, nunca he llorado, ni una sola lágrima. Anna, y he visto muchas cosas que podrían hacerte llorar fácilmente, además de pesadillas aseguradas. Sin embargo, contigo, es la segunda vez que lloro. La primera vez fue cuando intentaste suicidarte. Fue muy duro verte en aquellas condiciones y no poder hacer nada, me sentí frustrado. Quiero que sepas una cosa, tú eres diferente; siempre lo he notado. Estás destinada a hacer cosas grandres en tu vida.
Su discurso me dejó sin aliento ni palabras. Se notaba dolor en cada una de ellas, pero con la sensación de vislumbrar luz al final del túnel.
Hasta el momento no me había dado cuenta. Sólo cuando hice un barrido panorámico por la estancia donde me hallaba. Estaba en una austera habitación de hospital. ¿Cómo había llegado hasta allí?
Quise preguntarle a Silencio, pero no pude ya que en ese momento entró una enfermera. Se lo pregunté a ella. Me dijo que el día anterior me había desmayado en el instituto. Llamaron a la ambulancia porque no reaccionaba, seguía en aquel estado de inconsciencia. Al llegar al hospital, los médicos empezaron a hacerme pruebas. No sabían,qué me ocurría, sólo que parecía como si estuviese en coma.
A lo largo del día, un goteo intermitente de personas a las cuales a la mitad ni conocía no paró de incordiarme e impidió que hablase con Silencio. Sabía que teníamos una conversación pendiente.

Memorias del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora