A veces tengo la oscura necesidad de hurgar en el pasado, buscando entre las heridas, todo el daño que me puedo causar.
Viendo hasta que punto puedo resistir la puñalada de mi propia mano, y si es posible adormecer el dolor.
Presiono fuerte y la sangre mancha el papel;
Con ella escribo estas letras... Pero no me mires así; entiende que soy yo quien lo provoca, no tú.
Nunca serás tú.
Llámalo masoquismo o terquedad,
Pero es que no puedo ver el mar en calma.
Necesito las olas rotas, chocando contra las piedras, llevándome consigo.
No puedo evitar revolver esas aguas hasta sentir que me ahogo, de nuevo.
Sí, a veces parece que avanzo, que lo dejo ir.
Pero cuando no ves, vuelvo sobre mis pasos, por los lugares que ya caminé; por el dolor, ese que supuestamente, ya curé.
Y para cuando te das cuenta, yo ya me he vuelto a perder.
Así que si decides marcharte, lo entenderé.
Pero si te quedas, comprende una cosa, no te gastes intentando sacarme de aquí, porque al final seré yo misma quien se deje caer.