De ese lado

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A un costado de la puerta, corazón en mano.
Preguntándose si vale la pena seguir ahí.
Estruja sin piedad, debilitando los latidos de aquel órgano. Cuando lo arrebató de su dueño no le pasó por la cabeza que sucedería después.
Pasa la mirada por el obscuro lugar, adaptando su visión a las sombras que se ciernen sobre sí.
Ya no sabe si es su imaginación o esos rostros de verdad lo están viendo.
Un par de ojos en especial causan en el un hormigueo en su espalda, un calor repentino que desciende desde su frente paseándose por su garganta hasta instalarse en su pecho. El fuego se extiendo por doquier, asfixia sus pulmones como si se hubiera tragado una bocanada de humo, su venas parece que explotarán en cualquier momento. Los ojos empiezan a arder, y siente la sangre escocer su piel, como un volcán a punto de hacer erupción. Se retuerce y en su intento desesperado por respirar suelta el corazón y este al caer hace un sonido acuoso, chicloso, desparramando la poca sangre que tenía. El lleva su mano al pecho, golpeándolo, buscando de alguna forma reactivar su sistema. Abre la boca a más no poder, pero es incapaz de emitir sonido alguno, se ha secado por completo. De repente, la llamarada abandona su cuerpo, y lo invade un vacío. Incapaz de sostenerse cae de rodillas, se siente tan pequeño en su propio cuerpo que no consigue dominarlo, ha caído como un costal de tierra mullido al suelo. Está a punto de desmayarse cuando siente unos dedos, fríos y rasposos posarse en su brazo izquierdo. Sin esperarlo,

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