Desenmascárame

Capítulo 43: Redención.

─ ¿Julia? ─vuelvo a pronunciar casi con un hilo de voz─.

─ No te des la vuelta ─y oigo el cargador de un arma no muy lejos de mi espalda─. Veo que no has olvidado mi nombre, yo tampoco he olvidado el tuyo, Natalia.

Yo suspiro y solo digo:

─ No me lo puedo creer...

─ Sube las manos despacio, y gírate hacia mí, aún más despacio.

─ ¿Cómo puedes ser tú... cómo puedes estar viva...? ─susurro─.

─ ¡Las manos! ─grita─ súbelas y gírate despacio. No lo repetiré.

─ No voy armada.

─ Como si te hiciera falta... .

«¿Cómo puedes estar viva maldita zorra?»

Me giro y me quedo mirándola con incredulidad. Busco en sus ojos una explicación y parece haber un ligero brillo en su mirada de frialdad. Ni siquiera sé que estoy sintiendo o que debería sentir al verla plantada frente a mí, como un fantasma, pero tan real... . «¿Tengo miedo? ¿Siento alivio? ¿Odio? ¿Dolor?»

─ No me he olvidado de ti, Natalia ─repite, y veo como su mano tiembla ligeramente mientras me apunta─.

Después de unos segundos de silencio, la sentencio:

─ Parece que lo único que olvidaste fue morirte.

Ella niega con la cabeza y me sonríe:

─ Nunca es tarde para hacerlo ¿no?

Solo unos metros me separan de ella, del cañón de su arma. Siento una nube espesa de tensión entre nosotras. Como una corriente durmiente a punto de estallar de la forma más agresiva.

─ ¿Para eso has vuelto? ¿Has venido a que te mate? ¿Has venido a que yo haga lo que no has sido capaz de hacer tu misma? ─y doy unos pasos hacia ella─

─ ¿Y no es eso lo que más deseas? ¿matarme? ¿hacerme sangrar por todo lo que te hice sufrir..?. Termina de avanzar hacia mí y hazlo.

─ Pensaba que ya estabas muerta. Nunca dudé de ello.

─ Me esforcé mucho para que nadie dudase.

─ ¿Tanto esfuerzo para esto? Estabas mejor muerta, Julia. No deberías haber vuelto. Era más fácil odiar a una muerta.

─ ¿Y cómo es odiarme ahora? ¿Como es odiarme, viva? ─y ahora, es ella la que se aproxima a mí, sin dejar de apuntarme─.

─ Ni siquiera estoy asimilando que estés frente a mí. No lo sé Julia, no lo sé... No sé lo que siento ahora. ¿Qué sientes tú? Porque yo, viva, solo sé que te quería, solo eso.

─ Nunca me lo dijiste.

─ Y tú nunca me lo demostraste.... Pero, eso es el pasado y no voy a entrar en tus juegos, sean cuales sean.

─ No son juegos. Es necesario que nos viéramos, que nos volviéramos a encontrar. Es necesario que cumplas tus deseos conmigo ─y se acerca un poco más─.

─ No voy a tocarte, si es lo que deseas tú. No voy a matarte. Tienes un arma apuntándome tú a mí, y no mereces ni que te mire. Vuelve al infierno del que hayas salido y déjame en paz. Hace años que no me interesan ni tus recuerdos, ni lo que produjeran en mí ─ le doy la espalda e intento irme, pero su voz me detiene de nuevo─.

─ ¿Y a ella? ¿a ella si vas a matarla?

─ ¿¿A quién??

─ A ella ─y señala dentro ─ ¿Esta noche no te quedas hasta tarde?