Capítulo 6: Miradas a través del cristal.

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Acabo de llamar al editor, y no me ha dado nada a lo que agarrarme. Solo me ha dicho que, al menos, lo que él había visto de la nueva novela no tenía nada relacionado con un suicidio. Así que, parece que la nota no está relacionada con ella.
Aunque, sí me ha dicho que cuando inicio su relación profesional con ella, parecía preocupada. Al parecer tuvo problemas con su anterior editora. No me ha dicho cuales, no lo sabía. Pero algo debió pasar, preguntaré esta tarde a su familia a ver que me dicen.

Voy a por un café, me comí un sándwich a mediodía y necesito algo más en el cuerpo. Silbo relajadamente mientras se llena la taza.

─¡Alba, Alba! ─me pega tal susto que casi derramo todo el que café al sacarlo de la máquina─.

─Joder Marta, que susto. ¿Qué pasa?

─Que acabo de venir de la casa de la escritora.

─¿Y bien? ¿Has encontrado algo?

─Poca cosa.

─¿Poca cosa? ¿Y por eso vienes como una loca, que me voy a bañar en café por tu culpa?

─Bueno, sí he encontrado algo pero tampoco es para fliparse mucho, ya sabes que yo lo vivo todo a tope.

─No si ya. Anda cuéntame lo que has encontrado. ¿Quieres uno? ─digo señalándole el café─. No sé yo si le conviene a esta tomarse un café con lo enérgica que viene pero bueno.

─Vale, ¿has visto mi taza nueva? ─me la da y leo: recuerdo de Torre del Mar, que icónica es. Meto la cápsula sonriendo y espero que se llene.

─Es preciosa Marta —digo riéndome—.

─¡Aaro! como todo lo de mi pueblo. Bueno que me lío, he estado buscado a ver si los técnicos se dejaron alguna nota o papelito más, sin examinar. No había nada. Luego he estado mirando los libros que tenía, por si había alguno de la amiga Virginia Wolf, y buscando eso, me he dado cuenta de una cosa.

─¿De qué? ─le pregunto intrigada─.

─De que limpiaba más bien poco, no veas la de polvo que había.

La miro de arriba abajo incrédula y me pregunto si matarla o no.

─No me mires así Alba. Espera, espera...mira ─saca su móvil y busca con el dedo ─mira, fíjate ─es una foto de las estanterías de su biblioteca─. Fíjate.

—¿Qué pasa? Yo no veo nada raro.

—Mira ahora ─pasa la imagen─, ¿ves esto?¿ ves cómo hay polvo en todos los bordes del estante, menos aquí en este punto? Aquí se sacó un libro hace poco, y dirás ¿y qué? puede haberlo sacado y luego colocarlo en su sitio. Puede,  pero mira esta otra imagen, es de una entrevista que hizo hace menos de un mes en su casa. Fíjate, cuenta los libros, hay doce. En la foto actual... adivina.

─¿Falta uno verdad?

─Sí, hay once y adivina quién escribió el que falta.

─No puede ser.

─Sí, falta Una habitación propia de Virginia Wolf. Míralo aquí está ¿lo ves? ─dice señalando la imagen de detrás la escritora— y aquí no. Famous, le ha subido el brillo a la foto y se ve mejor, mira─ amplía la imagen y se lee el título casi perfectamente en el lomo─. Parece un poco viejo. He estado buscando y creo que es una edición antigua, quizá la primera.

─Caro, entonces.

─Sí y difícil de conseguir. Una pena que lo tuviese envuelto en polvo. ¿Sabes que es lo más curioso? Que en las otras estanterías había menos polvo, estaban casi limpias. Pero esa estaba comida por la mierda. Osea, parece que no le tenía mucho cariño. Como si esos libros estuviesen en su lista negra. La verdad es que he estado buscando, y este que falta es el que tiene más valor de todos los que hay ahí..

DesenmascárameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora