Capítulo 37: Se avecina tormenta

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Cuando salgo fuera del local, veo que mi suerte no deja de mejorar:

«¡Joder... No puede ser que ahora esté lloviendo! Y la moto en la calle».

Maldigo todo mi alrededor y quito un poco de agua del asiento con la mano.

─ ¿Quieres que te lleve? ─Hay un tipo con un paraguas gigantesco parado justo detrás de mí. Por suerte, es Right─.

─ No te preocupes, estoy acostumbrada. Pero, gracias.

─ Es peligroso ir ahí con la que está cayendo.

─ Estoy bien. Preocúpate mejor por tu Reina ¿vale?

─ Solo intentaba ser amable. Además, ella es quien me ha mandado aquí.

«Coomo no...»

─ ¿Te ha pedido que me lleves?

─ Sí.

─ Pues dale las gracias de mi parte.

─ Puedes dármelas tú directamente ─dice Alba, que ha aparecido en medio de la calle, como un fantasma─. Además, no se lo he pedido, se lo he ordenado.

«No me puede dejar en paz, me echa, pero nunca me deja irme del todo».

─ Mejor...Os dejaré solas. Te esperaré dentro, Lady Queen.

─ Si todo va bien... será mejor que no me esperes.

«¿¿En serio??».

La miro de arriba abajo,viene sin paraguas. Está calándose como yo, en vaqueros y con una cazadora de cuero negra. Juraría que no lleva nada más debajo de ella, porque aún le asoman restos de cera.

─ Déjame llevarte a tu casa.

─ Ya le he dicho a él que no, te digo lo mismo a ti ─y me vuelvo hacia la moto─.

─ Artemis, ¿en serio vas a subirte ahí?

─ Solo es una moto. He subido en sitios peores ─ y la miro alzando una ceja─.

Ella ignora mi provocación y sigue insistiendo:

─ Puedo pedir que metan la moto en el almacén, mañana puedes venir a recogerla. Llueve mucho, es peligroso salir así.

─ También es peligroso estar cerca de ti, y aquí estoy.

Ella se calla, baja la mirada y enseguida la vuelve a levantar y sé que me va a caer una directa al pecho, una me la pasó, dos ya...

─ ¿Este es tu plan ahora? Te recuerdo que me has dejado con la palabra en la boca ahí dentro.

─ ¿Y qué quieres que responda a que tú también has sentido el magnetismo?¿Qué podemos hacer ya con él? ¿De qué sirve? Me has pedido que me fuera... .

─ Despedirnos... Podemos despedirnos.

─ Tú ya me has despedido, por eso estoy intentando irme.

─ Veo que estás imposible...¿Entonces, no me dejas que te lleve?

«¡Que pesada es...!».

─ ¡Noo! ─y me subo y arranco─.

─ Pues llévame tú, a mí ─y se pone delante de la moto─.

─ ¿¿Qué??

─ Que me lleves tú a mi casa.

─ ¿Yo? ¿A...tu casa? ─pregunto, incrédula─.

─ Nos debemos una despedida decente ¿no crees? Olvidemos esta noche horrible ─Y me coge la mano que tengo sobre el acelerador, mientras me mira con calidez─. Por favor... Vamos a olvidar todo lo que ha pasado ahí dentro.

DesenmascárameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora