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Amelia dejo sus cosas en su cuarto y se cambió de ropa, saldría nadar, llevo sus cosas a la alberca y se tomó su tiempo para comenzar a nadar durante un buen tiempo nado con tranquilidad hasta que se detuvo, las protecciones de su casa advertían a...

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Amelia dejo sus cosas en su cuarto y se cambió de ropa, saldría nadar, llevo sus cosas a la alberca y se tomó su tiempo para comenzar a nadar durante un buen tiempo nado con tranquilidad hasta que se detuvo, las protecciones de su casa advertían a la familia que alguna criatura entro a la casa, sus padres tenían un protocolo para eso, todos deberían de estar en sus habitaciones o en el salón principal de música, pero ella estaba en la alberca, y su cuarto y el salón de música están de el otro lado de la mansión, con rapidez salió del agua y tomo su toalla y sus zapatos, después con gran rapidez se seco el cuerpo y se puso su bata de baño, salió rumbo a la sala de música, camino lo más rápido posible y sentía que la observaban, y cuando el momento llego visualizo la puerta del cuarto de música y luego de prácticamente correr hasta la puerta la abrió y entro inmediatamente para luego serrarla, cuando llego hay se acercó al baño que tenían en el lugar y tomo ropa que tenían hay para emergencias como esa, ropa cómoda, traía unos pantalones de mezclilla azul un poco sueltos y una blusa roja con una sudadera de el mismo color y tenis cómodos negro, se sentó en uno de los costados de la mansión, para luego escuchar que la puerta se habría.

- ¿Amelia estas aquí? -pregunto Jou con preocupación, podía ser que él no era mágico pero su anillo de protección lo alertaba sobre posibles amenazas, después se dirigió al cuarto mas secano, el de Amelia lo era, pero para su mala suerte su hermana no estaba hay por lo que se preocupó, luego pensó en donde estaría en cuarto de música era uno de los únicos lugares donde estarían a salvo.

-Estoy aquí-dijo ella, después su hermano entro, y la abrazo.

La razón por que el salón de música se habilitó como refugio era por que solo la familia podía entrar, en casos como esos, solo ellos podían abrir las puertas.

- ¿Dónde están los demás? -pregunto con un poco de miedo, la seguridad de su familia estaba en juego.

Justo cuando Jou estaba por hablar la puerta fue abierta por Antoni, detrás de el se encontraba Abigail y Kol, después entraron.

-Son vampiros-dijo Kol con preocupación.

Jou y Amelia se tensaron.

-Son nómadas-dijo Antoni-buscan comida, fuimos lo más rápido que pudieron observar.

-Las protecciones nos mantendrán a salvo-dijo Abigail con un poco de tranquilidad.

-En un futuro deberán de habilitar mas habitaciones para este tipo de cosas-dijo Elena desde su cuadro-todos los demás están a salvo-finalizo, antes de pasar por aquí fue a los demás cuartos.

-Es cierto yo tuve que cruzar de un lado a otro para llegar aquí-dijo Amelia.

Los demás aceptaron, después de eso tuvieron que esperar el tiempo suficiente, ventanas rotas se escucharon después de eso llamaron a la policía, tenían que aparentar que fue un intento de robo a su familia, pues esos destrozos causarían preguntas, por lo que con ayuda de los elfos domésticos todos crearon un escenario perfecto para lo que acababa de pasar.

A la mañana siguiente todo Forks ya sabia sobre el intento de robo a la familia Lecter, muchos se preocuparon pues esa noche toda la familia estaba en su hogar, la noticia no tardo mucho en llegar a los Cullen y Edward fue el primero en explotar, su pareja pudo ser dañada aquella noche, luego salió de su casa, rumbo a la de su compañera, donde no fue difícil encontrarla, al contrario se maravilló con el hogar de los Lecter, una mansión al estilo victoriano que incluso a Rosalie le daría envidia, pero sus pensamientos de tranquilidad se fueron cuando le llego el aroma de otros vampiros, eso lo puso en alerta, supo que esto era malo, si unos vampiros pasearon por el lugar significaba que su compañera y la familia de esta estaban en peligro.

Después de eso se oculto entre el lugar, pudo ver a su compañera en el patio de su casa disfrutando del paisaje, hasta cierto punto podía ver como ella estaba alerta, Edward supuso que era por lo ocurrido aquel día, no debió de ser fácil para ella todo lo que vivió en una noche, mucho menos si supiera que fueron vampiros los que asecharon a su familia.

-Amelia-alguien la llamo, la joven volteo y bio a Draco acercarse, tan pulcro como siempre, el le dio una gran sonrisa le dio una tasa de té para que pudiera relajarse un poco. - ¿Cómo te sientes? -pregunto.

-Creo que tengo un poco de miedo, pero ya pasara-dijo ella- se que no es algo que nos guste, pero nos equivocamos-dijo esto mientras sostenía con mas fuerza su tasa de té-no tuvimos el suficiente cuidado y eso nos pudo costar caro, demasiado para mi propio gusto-finalizo.

El enojo en ella era real, sabía que no podía mantenerse tranquila, los Lecter eran perfectos en todo, era algo que los caracterizaba, es que se obligaban a serlo, sabían que si tenían algún error podían descubrir sus secretos por lo que no podían permitirse esos errores.

Sin darse cuenta Amelia uso demasiada fuerza en la tasa y la tiro al suelo como si fuera un simple accidente, pero Draco sabia muy bien que eso no fue un accidente, el conocía a Amelia, literalmente la vio crecer, sabía que la casa la tiro con enojo, para cualquiera pasaría como un accidente, pero para los Lecter se mostraba su frustración y enojo, además de que con eso evitan que vieran como rompió una tasa con sus manos, la gente comenzaría a sospechar.

-Amelia-Draco la regaño. -No importa que tan enojada éstes, debes controlar tus emociones.

Amelia miro a el frente y no respondió, no quería admitirlo, pero Draco tenía razón, eso la molestaba aún más.

-Amelia compórtate-advirtió otra vez-Eres una dama, no una salvaje, controla las emociones y aprende de este erro como el resto lo ara.

Amelia asintió-Lo sé-dijo otra vez.

-Entremos a la casa va a llover-dijo después de ver el cielo.

Ambos entraron nuevamente a la casa para al final dejar atrás a Edward sin mirar bien las cosas.

El vampiro estaba contrariado, sobre todo porque cuando escucho a el otro hombre cuando intento entrar en su mente no logro ver nada, se topó con muros, muros que no podría derribar, nadie podía, pues la única manera de conocer la verdad sobre la familia seria convirtiéndote en parte de ella, y según lo vemos no tardara mucho en aceptar ser parte de esta familia, aparentemente normal, con un disfraz humano sobre su piel, uno tan perfecto que nadie dudaría de que ellos eran perfectas personas, morales y sin ningún trapo sucio que esconder.

Un amor ensangrentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora