«Hay que interrogar a quienes le hicieron firmar la confesión, Thiago. Esa es la punta del ovillo».
Thiago sacó un cigarrillo mientras se encontraba en su auto observando frente a la estación de policía. Había estado allí desde hacía varias horas, esperando.
El celular sonó por enésima vez. Era el inspector Alí, con quien habló varias veces desde la conversación con la abogada Vargas. Había que encontrar a los bastardos que hicieron a Daniel firmar la confesión; pero sus rostros se diluían, considerando que aparecían en el edificio por momentos.
«Antonio Espinoza y Andrew Levin».
Ese era el nombre de los 2 oficiales que habían llevado a Daniel a la estación para interrogarlo. Thiago sabía que no sería fácil acercarse a ellos y mucho menos que le dijeran la verdad. Los tipos se estaban escondiendo y su accionar estaba resultando demasiado obvio.
—Están aquí.
—Vaya, pensé que no tendríamos suerte.
—Voy a intentar hablar con ellos. De todos modos, quédate atento.
La comunicación cesó y Thiago se mantuvo con los ojos puestos en la enorme puerta de vidrio giratoria. Los autos, poco a poco, comenzaban a desaparecer de la escena. La nieve no había dejado de caer y el invierno se había instalado con fuerza.
Thiago odiaba el frío, le traía dolor y malos recuerdos; las peores memorias que puede llegar a tener un ser humano. El frío lo llevaba a Trinity, a las habitaciones lúgubres y las paredes enmohecidas. A lágrimas propias y ajenas, a situaciones que le generaban impotencia.
«Basta».
Se dijo a sí mismo frenando los pensamientos, dejando el pasado donde debía estar, en el pasado. Ya no era un adolescente estúpido e indefenso, él era un hombre que había cambiado su vida, y tenía en sus manos cambiar la vida de otro ser humano.
Observó el celular una vez más y analizó las 2 fotografías que Rayan le había enviado. Eran hombres de mediana estatura, castaños claros, ojos cafés, contextura robusta. El hombre estadounidense promedio.
No tardaron mucho en salir juntos, ambos riendo, haciéndose bromas ¿Quién diría que ese par de hijos de puta tenían la capacidad de arruinarle la vida a la gente de un plumazo?
Rayan salió detrás de ellos y caminó hacia la camioneta de Thiago subiendo a ella.
—¿Qué pasó? —. El inspector negó con la rabia atascándose en su garganta.
—Basuras—balbuceó enojado—. Creen que se van a salir con la suya.
—Rayan, me encantan tus balbuceos—ironizó—. Sin embargo, necesito respuestas.
—Me ignoraron, se burlaron diciendo que con el único que hablarían sería con Valenti si este se los requería.
—¿Y que más te dijeron?
—Estupideces.
—Anda, dime. Estamos en confianza—Rayan observó al hombre y esbozó una leve sonrisa, las ironías de Thiago eran detestables a veces.
—Me dijeron qué carajo hacía defendiendo un muerto de hambre y que, si seguía así, iba a terminar mal.
—Lindo—dijo Thiago—. Ni siquiera se molestan en ocultar la verdad. Deberíamos emplear otros métodos.
—No creo que las amenazas surtan efecto.
Thiago, por primera vez desde que esta locura había comenzado se planteó ir a fondo, sin importar las consecuencias.
—No hablo de amenazas—explicó—. Eso no serviría con estos bastardos. Sino mostrarles que hay peligro real.
Rayan dio una respiración profunda. El terreno se volvía escabroso yendo hacia la cima; sin embargo, ya estaban ahí, y el camino se forja hacia adelante, nunca hacia atrás.
—Si hablas del uso de violencia—advirtió Rayan—. Desde ya te digo que estoy de acuerdo contigo.
Una mueca de sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Thiago.
—Inspector, cada vez me sorprende más. Nadie pensaría que es el mismo de hace cinco años atrás.
—¿Qué has dicho? —Rayan frunció el ceño, cayendo en la cuenta de ese comentario.
—¿Qué? —Thiago se encogió de hombros— ¿Acaso pensaste que no iba a investigarte? Me cuesta confiar en desconocidos, y en este caso, un poco más.
Rayan bufó y negó con su cabeza.
—Bien, chistoso, dime, ¿qué tanto sabes de mí? —. Thiago se cruzó de brazos y chasqueó la lengua.
—Has vivido para la policía, de igual modo tu padre. Estás casado con una mujer desde que tenías 18 años y tienes 1 hijo. Impecable, el policía perfecto, siempre has estado cuando te han necesitado, muy religioso, eres musulmán. Como dije anteriormente, el hombre que todas querrían tener.
Algo feo se revolvió en el estómago de Rayan. Odiando la forma en que todo el mundo lo consideraba.
—Yo no soy perfecto—interrumpió antes de que Thiago continuara—. Soy el más imperfecto de todos, he cometido errores de los cuales me arrepentiré toda la vida.
Estaba enojado, y el motivo no era el hecho de que Thiago lo hubiera investigado sino la palabra «perfecto». Esa minúscula palabra lo había sacado de eje.
—Bien, no lo pareces, nunca diste esa imagen—respondió Thiago y le apretó el hombro—. Lamento haberte investigado.
—Está bien—dijo todavía molesto—. Hiciste lo correcto.
—Entonces—agregó Thiago—. Tenemos un punto en común. Distamos mucho de ser perfectos.
—Me gusta más esa idea. La perfección da escalofríos.
—¿Tu esposa piensa igual que tú?
—No lo sé. Creo que nunca tuve una comunicación demasiado fluida con ella.
—Hombre, ¿me estás jodiendo?¡Llevas casado 15 años!
Rayan, esta vez, se quedó en silencio. Su matrimonio era un tema tan difícil.
—Olvídalo—dijo Thiago al cabo de unos minutos—. Si no quieres hablar me parece correcto, de todos modos, quiero que sepas que, cuando lo necesites, estaré allí para escucharte.
—Gracias.
—Ya, no me agradezcas. Ahora pensemos el modo de hacer a esos bastardos estirar la lengua.
El inspector vio como Thiago le daba una nueva pitada al cigarrillo dentro del vehículo.
—Oye, ¿has pensado que si te quieres morir no debes llevarte a otras personas también?
—¿Qué? —Rayan le hizo una seña hacia el cigarro—. Vaya, estás muy sensible hoy.
Rayan sintió que un pequeño foco se iluminó sobre su cabeza.
—¡Eso es!
—¿Eh?
—Hay que ir por ellos ahora.
—¿A dónde?
—Iban a un bar lejos del centro.
—¿Y qué se supone que hacemos ahí? ¿Entramos y los golpeamos?
—No, Thiago. Entramos, los provocamos, los sacamos de allí y los incineramos—. Thiago abrió la boca, sin saber cómo responder.
—Definitivamente el humo del cigarro te afectó.
—Nada de eso, ven, te cuento en el camino.
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Entre muertos T.JdP Libro 2 (Gay+18)
Romance4 asesinatos, una historia de un gran amor de juventud que nunca pudo concretarse, un travesti hermoso y un detective que ha comenzado a soñar con él a cada segundo desde que se reencontraron después de 15 años, son los ingredientes de esta historia...