11 Hogar

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Taylor se cubría la boca observando a su hermano dormir apaciblemente. Max volvió a abrazarlo mientras su celular sonaba una y otra vez. Su maldito esposo que fingía preocuparse estaba llamando desde la madrugada. Llenándolo de mensajes psicópatas y escenas de celos ridículas. Se habían vuelto un par de desconocidos, un indiferente y otro que solo buscaba el control frente a un ser que siempre se mostró sumiso. Max estaba harto de ser el sumiso, el complaciente. Lo había sido toda su vida. Estaba cansado de fijarse en el hombre equivocado, en el cobarde, en el infiel.

—Max, vete a casa—. Taylor lo sacó del pensamiento oscuro. El hombre sonrió y negó.

—Mi lugar es contigo—explicó—. Eres de las pocas personas que se preocupan por mí. Entonces, debo estar cuando los demás no están. Eso hace un verdadero amigo.

Taylor se limpió las lágrimas, agradecido de lo que tenía, del amor que lo rodeaba frente a la miseria.

—¿Taylor McNamara? —. Su corazón se detuvo cuando el médico lo llamó.

—Soy yo.

—Su hermano está fuera de peligro—agregó—. Ha recibido dos impactos de proyectiles en el brazo.

—¿Entonces está bien?

—En perfecto estado, sin embargo, su parte emocional está comprometida, ha estado en shock, por lo cual debimos sedarlo. Además, el brazo ha quedado inmovilizado y tendrá dificultades en sus acciones cotidianas. Sugiero que no lo dejen solo, al menos por 2 semanas.

—¿Quiere decir que podemos irnos?

—No todavía—argumentó—. Prefiero dejarlo en observación y controlar de cerca su evolución. Si todo sigue bien, en un par de días, estarán en condiciones de marcharse.

—Gracias, Dr.—dijo Taylor y el médico asintió, para luego caminar fuera de la habitación.

—Mierda —insultó Max.

—Mierda y más mierda—lanzó Taylor—¿Qué voy a hacer ahora? Tengo que trabajar.

—Habla con Richard.

—Olvídalo—replicó—. Ese bastardo no se va a conmover. Estoy perdido.

La gente iba y venía en los pasillos, los médicos caminaban y conversaban entre ellos. Taylor y Max era tan solo 2 personas más en medio de ese desastre, de los gritos de algunos, del llanto. Sin embargo, cuando la realidad parecía ponerse más oscura, una figura conocida se paró en el umbral de la puerta de la habitación. Ambos se giraron hacia él y Taylor, otra vez, sintió que las lágrimas tomaban posesión de él.

—¿Cómo me encontraste?

Thiago negó y dio pasos hacia ella, Taylor se movió y se perdió entre sus brazos. Max de inmediato supo de quién se trataba. El famoso detective rompecorazones.

—Tu hermanito está armando un revuelo en los medios—explicó—. Todos los canales están hablando de lo mismo.

—Es una locura, Thiago ¿Quiénes son?

—¿Sabes? —indagó—. Creo que estamos enfocando el problema de una manera equivocada.

—¿A qué te refieres?

—Quizás, nunca se trató de los cuidadores de Trinity.

—¿Eh?

Taylor frunció el ceño y Thiago, esta vez, no soportó esa carita que estaba humedecida por las lágrimas y lo besó. Lo besó con pasión, porque era el único modo en que Thiago besaba.

El gemido de Taylor después de un par de minutos los sacó de la ensoñación. Max tenía los ojos a punto de salir de sus órbitas.

—Max, él es.

—Thiago D'alessandro—completó la frase su amigo—. Es un gusto.

—Vaya—dijo el detective—. Veo que han hablado de mí, espero cosas buenas.

—En realidad no—agregó Max con toda su sinceridad—. Pero no importa, ya que ahora estás aquí y tienes la oportunidad de redimirte.

Max desconocía que Taylor había pasado la noche con él, por supuesto, todo el trastorno y el aturdimiento por lo que estaba sucediendo había borrado de un plumazo las emociones maravillosas que los habían embargado durante la noche, incluso, las primeras horas de la mañana cuando Thiago despertó a su amante con besos y volvió a tomarlo.

La vida cambiaba tan rápido. Taylor odiaba que los escasos momentos felices duraran tan poco.

Thiago volvió a la explicación original.

—¿De pronto el alcalde se está haciendo cargo de este hecho? ¿No te parece extraño? Los cuidadores eran unos muertos de hambre asalariados, nada más.

—¿Qué estás pensando?

—El alcalde es irlandés, igual que nosotros.

—Thiago, ¿estás proponiendo lo que creo?

—Es un poco mayor a nosotros, se desconoce prácticamente su pasado, excepto su familia amorosa y su imagen de hombre perfecto.

—Lo perfecto no existe.

—¿Sabes? Conozco a alguien en la policía que piensa exactamente lo mismo que tú—dijo sonriendo.

—El alcalde es inalcanzable. Si está metido en esto.

—Hay que investigarlo.

—¿Y el video en donde supuestamente está Daniel?

—Es lo que debemos ver.

—No hay forma de conseguirlo. Si ese bastardo está en el medio.

—Lo sé—explicó—. Pero como te dije, tengo amigos allí adentro. Y, si eso no funciona, le haremos una visita al abogado Cano.

—El abogado también vio el video.

—¿Lo vio realmente?

—Vaya—dijo Max escuchando la conversación—¿Saben acaso en la basura en la que están a punto de meterse?

Thiago le sonrió al hombre y luego, volvió a enfocarse en Taylor.

—Han prohibido el ingreso a tu edificio.

—¿Cómo?

—Es lo último que dijeron en las noticias.

—¿Están locos? Todas mis pertenencias están ahí ¿Dónde se supone que voy a quedarme?

—De todos modos, no puedes volver ahí—aclaró Max—. Esos bastardos la próxima vez no se las van a perdonar.

—Tiene razón—. Thiago le besó la frente. Era tan difícil dejar de acariciarlo.

—No voy a dejar mi hogar por ellos. No voy a permitir que ganen.

—Cariño—Max puso los ojos en blanco—, lamento decirte que ya ganaron.

—No todavía—replicó Thiago—. Pero hay que tener mucho cuidado y, para ello, deben estar en un lugar más protegido.

—Thiago, no tengo a dónde ir, ¿puedes entenderlo?

—Sí, lo tienes.

—¿Sí? ¿Dónde?

—Múdate conmigo.

Entre muertos T.JdP Libro 2 (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora