30 Familia

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Taylor sintió su cuerpo adolorido, le costaba respirar. Los bastardos lo habían golpeado de tal modo que apenas podía moverse. Thiago le apretó la mano, y de pronto, sintió el calor del cuerpo a su lado. Abrió los ojos despacio, todo era oscuridad en la Van.

—¿Thiago?

Un quejido hizo a Taylor entrar en conciencia con velocidad. Observó a Thiago en medio de las penumbras, las luces de la calle alumbraban poco, pero la verdad era una sola. Su amor estaba más herido que ella incluso.

—Por favor, responde.

Thiago estaba mudo, sólo pequeños quejidos, ¿qué carajo les habían hecho? ¿hacia dónde iban ahora?

Tenía miedo, un miedo desgarrador como tantas veces en su vida. No quería llorar, pero resultaba imposible. Pensó en Daniel quien en ese momento se encontraba con Max. Le pidió a Dios que lo protegiera.

No estaban maniatados, de seguro a los hombres no les había parecido que fueran a hacer algo después de la golpiza descomunal.

¿Eran realmente policías? Taylor en medio del dolor enorme en su cabeza recordó el momento en que había ingresado a la habitación del hotel. Estaban uniformados, pero para nada actuaron como tal.

Al primero que golpearon fue a Thiago. De inmediato intenté reaccionar, pero el puñetazo de uno de ellos fue tan intenso que me arrojó al piso. Uno de ellos apoyó su pie sobre mi mejilla sosteniéndome. Siendo espectadora de la cruda paliza a la que sometieron a Thiago. Eran alrededor de 10, los bastardos lo acribillaron a patadas y puñetazos, sin embargo, Thiago no se quejó, solo intentó cubrirse con sus brazos. Era una estupidez, ellos eran numerosos, tenían armas y todas las de ganar.

Grité, una y otra vez busqué que dejaran de golpearlo, el alcalde era liberado y dos de ellos lo observaban verificando que estuviera en perfecto estado de salud. Estábamos perdidos. Lo supe en el instante en que nos apuntaron con las armas y nos ordenaron bajar las nuestras.

Como tontos obedecimos, increíble que todavía confiáramos en la justicia después de todo lo sucedido. Primero llegamos a la estación de policía y cuando el jefe del departamento nos observó dijo que la prensa no podía vernos en este estado.

—Encárguense.

Ordenó y los malditos, como borregos mansos, obedecieron, cerrando la Van y trasladándonos una vez más a quién sabe dónde.

Thiago está vivo, pero no sé cuánto resista. Necesitamos ayuda. Necesitamos que la verdad nos salve, al menos, una vez en nuestra puta vida.

La Van se detuvo después de un tiempo largo e indefinido. Taylor había intentado mover a Thiago, pero este agonizaba. El corazón se le encogió de pensar las consecuencias si no recibía atención médica.

—No me dejes, por favor, no me puedes abandonar ahora que te he encontrado.

Taylor sabía que esa es la historia de su vida, siempre perdiendo lo que amaba. La puerta se abrió y algunos de los custodios con los que se habían enfrentado estaban junto a los policías. El alcalde continuaba manejando los hilos, era un hecho. Taylor gritó cuando le arrebataron de los brazos a un Thiago inconsciente semejante a un saco de huesos y sangre sin vida.

—¡Déjenlo! —gritó con todas las fuerzas que les quedaban. Uno de los bastardos la agarró del cabello.

—Tranquila, cariño—dijo con una sonrisa maliciosa—. Pronto ambos estarán juntitos, comida para las hienas.

La voz asquerosa hizo que el estómago se le revolviera y devolvió el escaso contenido que llevaba en su estómago. Estaban muy lejos de la ciudad, y, de pronto, todo cuadró. Estaban en las puertas de la penitenciaría. Los malditos los encerrarían en la cárcel.

Entre muertos T.JdP Libro 2 (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora