-Toma, es del color de tus ojos y me recuerda a ti.- El menor dijo extendiendo el objeto mientras cerraba fuertemente los ojos -. Bueno, también es del color de la popó, pero esa no es tan bonita -. Comenzó a balbucear nervioso.
-¿Estás diciendo qu...
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Las dudas que tenía sobre besar al algodón o no, se fueron en el instante en el que mis labios tocaron la suavidad y dulzura de los suyos. Una intensa calidez se instaló en mi pecho y fue como un botón que encendió emociones que nunca había sentido antes y que llenaron mi corazón de manera abrumadora. Son como el fuego, brillantes y fuertes. Sentí que me quemaba por su intensidad.
¿Es así como se sienten los besos? Wow, de lo que me estuve perdiendo todos estos años. Increíble.
Increíble como la manera en la que los labios del algodón acariciaron los míos y me hicieron querer quedarme de esta manera por el resto de mi vida. No estaría mal, a decir verdad. Sus labios en los míos es lo mejor de lo mejor.
Afirmé mi agarre en sus mejillas y él respondió empezando a mover sus labios. Mi corazón comenzó a latir fuertemente y el temor se apoderó ligeramente de mí.
Tuve que haber practicado con mi mano antes de haberme lanzado contra él, ¿verdad?
Tal vez unos videos caseros me hubieran ayudado a saber cómo mover mis labios contra los de él. Un tutorial en YouTube o los consejos de mis amigos pudieron servir también.
Pero no es momento de pensar en ello, tengo sus labios moviéndose contra los míos y tengo que al menos intentar besarlo de vuelta antes de que se detengan y todo esto termine aquí.
No quiero que termine aquí.
Comencé a mover mis labios lentamente; al principio los movientes fueron torpes, pero después el algodón empezó a guiar el beso y me dejé llevar por él. Nuestros labios empezaron un perfecto vaivén y mis manos dejaron sus mejillas para poder recorrer el camino hacia su cabello y lograr establecerse ahí, enredándose y acariciando en él.
La ternura seguía en sus movimientos y una corriente eléctrica cruzó por todo mi cuerpo durante los segundos en los que nuestros labios se movían dulcemente, pero después, cuando el algodón ladeó su cabeza hacia un lado y la mía la imitó contrariamente, haciendo que el beso se profundizara más, las llamas de mis emociones infectaron a mi cuerpo y éste comenzó a arder a máxima capacidad.
